Por Gastón Gaviola 

Al mayor García lo derribaron en plena misión de combate un día como hoy hace 21 años. Murió como un valiente. Las cosas ya se estaban en una situación grave en la Cordillera del Cóndor y nuestros soldados empezaban a movilizarse a la frontera. La patrulla Roosevelt veía peleando sola desde hacía varios días contra tropas ecuatorianas que los rodeaban y había que ir a socorrer a los bravos que seguían con vida. Era la Guerra del Cenepa naciendo.

Así que hoy les voy a contar la historia de un héroe. De un héroe de verdad. Y digo “de verdad” porque no es poesía para llenar una página; está reconocido por las leyes peruanas como tal, una ley que contempla además que se levante un monumento en su ciudad natal y que sus restos sean trasladados a la Cripta de los Héroes.

Yo estaba ese verano en la academia pre universitaria y una mañana alguien llevó al salón un diario o una revista, no recuerdo. Lo que recuerdo perfectamente son las fotos que había allí. Era una secuencia de tres imágenes. Se ve una cama de infinita de árboles muy verde que se recorta contra el cielo. Entre ambos hay un helicóptero con las aspas gigantes de su hélice. Está en el extremo izquierdo de la toma. En el lado derecho aparecen unos haces de luz.

Lo están buscando. Las cabezas brillan al rojo vivo mientras dejan una estela de humo tras de sí, mientras persiguen al helicóptero que maniobra desesperado sobre los árboles. En la última foto ya no se ven los haces de luz. Eran misiles tierra-aire disparados por soldados ecuatorianos. Lo que resalta en esta foto es una bola de fuego que se precipita a tierra envuelta en humo negro.

Éramos chicos recién salidos del colegio y a todos en el salón nos impresionó mucho eso. Eran soldados peruanos muriendo, impresos en el papel. Solo muchos años después me enteré de que era el helicóptero del Capitán de Artillería EP Luís García Rojas. Con él viajaba su tripulación: el Teniente de Infantería EP Augusto Gutiérrez Mendoza y los Sub Oficiales: Técnico de 3ra. EP Victoriano Castillo Velarde, SO1 MAE EP Rubén de la Cruz Huarcaya y SO3 EP Gustavo Begazo Gonzáles.

El Héroe Luis Alberto García Rojas había nacido en Chiclayo y sus compañeros lo conocían como MacGiver, su nombre de combate durante sus años de piloto de helicóptero en la guerra contra el terrorismo desde 1990.

La mañana del 29 de enero de 1995, MacGiver ya llevaban varias misiones entre Tiwinza y Ciro Alegría a bordo del MI-8 que comandaba. Su experiencia en la lucha contrasubversiva lo hacía un experto en misiones de reconocimiento y hasta de apoyo de fuego a las patrullas que combatían en tierra. Poco le importaba que su helo fuera un helicóptero ruso de transporte. Muy diferente a los MI-25 con los que también contaban nuestras Fuerzas Armadas. Esos sí, con las caras feroces de tigres pintadas en la nariz están armados con ametralladoras y artillados con cohetes con los que se machacaban las posiciones enemigas.

El de MacGiver no. Su nave era de transporte, pero aún así se presentó como voluntario para liderar la misión. Había que buscar a la patrulla Roosevelt y traer sanos y salvos a esos valientes que venían siendo atacados desde el 27 con fuego de morteros, obuses y fusiles. A los valientes no se les puede abandonar, imagino que pensó MacGiver, y dijo ok, yo voy por ellos. Nos vamos, muchachos. Al helicóptero y ¡viva el Perú!

Los atacaron cuando estaban a solo 10 segundos de alcanzar su objetivo sobre la zona de Ciro Alegría. Su muerte fue instantánea, desintegrados en el aire sobre el territorio que juraron defender. El capitán García fue ascendido póstumamente al grado de mayor. Dejaba esposa y dos hijas, la menor todavía no cumplía un año de edad cuando su papá se convirtió en un héroe.

Fue declarado Héroe Nacional por la Ley Nº 28682 del 10 de marzo del 2006. Y toda esta historia viene a cuento porque ayer fueron exhumados sus restos mortales para que por fin sea trasladado a la Cripta de los Héroes. Solo estaban presentes los trabajadores del cementerio y Julia Panta, su viuda. Sus restos durmieron en la sala de su casa.

Esta es su historia. Si uno quiere saber un poco más y recurre a los buscadores, apenas hay cuatro palabras sobre la gesta de García Panta. Hoy empiezan a aparecer noticias, de cómo se suspendió la ceremonia, por un tema de seguridad. Que por eso la viuda estuvo tan sola acompañando a un hombre valiente.

La verdad es que esperaba un poco más para el último héroe del Perú. No sé, quizá que hubiera al menos una persona más aquella tarde. Ese verano de 1995 había un capitán del Ejército, de la misma promoción “Héroes de Pucará y Marcavalle” de la que se graduó el mayor García Panta; un capitán que debe haber lamentado la muerte de su camarada de armas y compañero de aulas. El también capitán de Artillería Ollanta Humala Tasso.

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