“Necesito procesar la emoción, para contarla en una historia”. (Foto: Cortesía)
“Necesito procesar la emoción, para contarla en una historia”. (Foto: Cortesía)

Renovando el teatro en la ciudad, Beltrán viene culminando una maestría en Teatro y Artes Escénicas a la par que avanza dirigiendo varias obras.


¿Qué te motivó a abordar “Antes de esto, temblaba”?

“Antes de esto, temblaba” es una obra del dramaturgo peruano Federico Abril, con el cual tuve el enorme gusto de trabajar en el montaje de una obra mía en la ciudad de Lima. Él me comentó sobre una obra suya que estaba en temporada en España y el formato de la misma consistía en darle el libreto al actor el día de su función, al momento de ponerse en escena, sin ensayos previos. Por lo tanto, es un ejercicio de dramatización retador para el actor, que no va a tener acceso al texto sino hasta estar en escena, y de la misma forma para la dirección, que no puede darle luces al actor sobre el desarrollo del personaje. Además de la hermosa historia que nos cuenta la obra, fue el formato el que me atrapó. Esta obra se estrena el 7 de junio, los viernes y sábados del mes a las 8 y 9 pm en Ccalapata Teatro. Podrás ver a un actor enfrentarse a un texto por primera vez y construir su personaje en escena frente al público.


¿Cómo se prepararon los 16 actores diferentes para interpretar la misma historia en cada función?

Hasta el momento, los actores no se conocen. Como el formato de la obra requiere un actor diferente por función, no necesitan estar juntos. Pienso que para tener el formato más seguro y que ellos puedan llegar de manera más pura a su función, mientras menos información tengan de la obra, es mejor para el desarrollo de la misma. Desde la dirección, voy a trabajar con ellos los sentidos, para que desde ahí puedan llegar listos a construir el personaje y contarnos la historia en escena.


Como dramaturga, ¿qué aspectos personales o experiencias influyen al momento de escribir una obra?

Yo creo que hay mucho de mí en las obras que escribo. Es imposible pedirle a un artista que no utilice su arte como un vehículo para contar sobre su vida, pero, a diferencia de lo que se piensa, no me empujan las emociones a escribir. He intentado escribir cuando estoy muy feliz o triste y no me sale ni una línea. Necesito procesar la emoción para contarla en una historia y, después de un tiempo, la escritura sale de un tirón. Tiene que ver con lo que uno de mis maestros me dijo: que debíamos siempre escribir con la herida cerrada, escribiendo desde afuera, para que tengamos una visión más amplia de la historia que estamos contando. Influye todo lo que soy en mi escritura, hay un poquito de mi vida en todas mis obras, pero procuro que no se note. Es como un guiño.


¿Qué le aporta a una persona no dedicada al teatro el seguir un taller del mismo?

Yo pienso que todos, por lo menos alguna vez en la vida, deberíamos pasar por un taller. El teatro nos ayuda a despertar tantas habilidades, nos ayuda a entendernos como las personas complejas que somos. Es una ventana hermosa para sacar todo eso de ti que en otros lugares no puedes, despertar la imaginación y la creatividad. Hay muchos músicos, actores, pintores que no pudieron ser, detrás de algunos profesionales que nunca tuvieron acceso al arte.


Después de esta puesta en escena, ¿qué sigue para ti?

En julio, en la ciudad de Puno, ponen en escena una versión de “La vida es sueño”, escrita por mí. En octubre, dirijo otra obra. En Argentina, nuevamente está en temporada mi obra “Entre dos puertas”. Y, por último, terminar mi tesis de la maestría en Teatro y Artes Escénicas, que finalizo este año.

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