Joe Guzmán hace uso de distintos escenarios, así como elementos y los emplea metafóricamente para examinar la caótica complejidad de la vida moderna y propone el retorno a un estado de naturalidad como una solución.
Joe Guzmán hace uso de distintos escenarios, así como elementos y los emplea metafóricamente para examinar la caótica complejidad de la vida moderna y propone el retorno a un estado de naturalidad como una solución.

En su libro Teoría de la lírica, Jonathan Culler propone un modelo alternativo para el análisis poético; una metodología que se opone al clásico enfoque narratológico y que Isabel Gonzáles Gil ha denominado enfoque lírico performativo. En este sentido, el poema no es solamente una expresión lírica emocional y afectiva de un sujeto que transita por una experiencia de vida y encuentra en el texto lírico la posibilidad de materializar su subjetividad. El poema es, por el contrario, un conjunto de aspectos rituales e intertextuales. Cabe decir, entonces, que el sujeto lírico no es semejante al narrador, sino más bien un ser construido de situaciones y motivos discursivos. En su poemario LA ARQUEOLOGÍA DEL CAOS, Joe Guzmán menciona, por ejemplo: “Entre mis cabellos y mis pies / hay quince kilómetros de distancia / y una tribu de niños que no saben cómo regresar a casa (…) Hoy he caminado cerca de dos horas / buscando un libro de Lucía Berlín”.

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Joe Guzmán no presenta la historia de un joven que camina varios kilómetros para comprar un libro de Lucía Berlín, tampoco es la descripción emocional-afectiva de las sensaciones y reflexiones que va sintiendo ese personaje mientras va por el libro; lo que el sujeto lírico evidencia aquí es una dinámica compleja en la que se entrelazan el ritmo, el metro y la estructura; además de las distintas formas apelativas que no se dirigen directamente al lector, pero que inevitablemente lo afectan. Es decir, entre el sujeto lírico y el lector hay un tercero que podría significarse explícitamente en la escritora aludida; sin embargo, en realidad, somos los lectores quienes presenciamos y resignificamos esta realidad que al final nos interpela y nos sitúa como parte de una reflexión ontológica sobre la forma en que humanamente hemos concebido el amor.

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Formas apelativas poéticas

Sobre estas formas apelativas, Culler señala que “la apelación lírica no siempre ha de aparecer explícitamente en el poema, ya que reviste también otras formas indirectas y subyace en poemas en los que el yo lírico aparentemente no se dirige a nadie”. El poema Poesía nos permite reflexionar al respecto: “entonces las piedras nacieron / con el llanto de los primeros habitantes / y los dedos, pequeñas fogatas de espanto, / trazaron sobre sus deformes superficies / aquellos símbolos que explicaban el origen de todo / así se forjaron los antiguos cantos / contemplando la adversidad de las penumbras / y retornando a la arqueología del caos”. Lejos de revisar este fragmento como el relato de cómo en el alba de la civilización se fueron formando las cosas y el universo de estas, lo que se destaca aquí es el modo en que el sujeto lírico comparte con nosotros su manera de concebir el universo desde una visión occidental, pero incorporando un rasgo distintivo: el caos. La arqueología aquí aludida tiene el sentido no solo de los objetos y los monumentos que forman parte de la antigüedad; aquí la arqueología es resto, ruina, como signo de lo que ya no existe y que es constantemente resignificado por el caos.

Entonces, más allá de una mera suma de versos que realizan un recuento de cómo se forma el mundo, lo que tenemos aquí es una propuesta estética de cómo fue y es el mundo a partir de una reinvención caótica de los vestigios del universo. De acuerdo con esto, en el poema hay claramente una apelación directa al lector de cómo es el mundo, aun cuando esta no sea explícita. Esta forma apelativa es llamada por Culler como apóstrofe. En nuestra inferencia escuchamos que el sujeto lírico nos dice: aquí está mi concepción del universo que nació y se hace dialéctica en el caos.

Ahora bien, en el poemario de Joe Guzmán también se presentan apelaciones más explícitas a través de recursos como la pregunta retórica. Al respecto, en el poema Las brujas o la desesperación de la Edad Media se lee: “Mujeres de las cicatrices que vuelan / mujeres de los ojos que hierven en medio del bosque / ¿se sintieron amadas alguna vez? (...) Ellas quieren abortar / Ellas quieren oscurecer el mundo con la suciedad de sus uñas”.

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La ritualidad poética

Otro aspecto significativo de esta metodología lírica performativa que se presenta en la poética de Joe Guzmán es la noción de ritualidad. Culler denomina rituales a aquellos aspectos formales del poema relacionados con la performance. El ritmo, la rima, el metro, la repetición. En este sentido, la lírica implica una tensión entre los elementos rituales y ficcionales del poema. Podríamos decir que lo narrativo solo aporta cohesión frente a la emoción que aporta los elementos poéticos. Los elementos ficcionales solo sirven, en este caso, para la función mimética; “Almendra, pequeña habitante de bosques encantados, en tu vientre hay una inmensidad donde se refugian conejos multicolores, galletas de chocolate y crisálidas de miel”.

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