En Argentina, el artista Raúl Lemesoff, transformó un viejo Ford Falcon en biblioteca ambulante. Recorre las calles del país y de la capital ofreciendo libros a los transeúntes, una obra tanto artística como social y una manera de que los argentinos vuelvan a tener ganas de leer.
Los libros no se venden, se regalan. Con esa premisa, este reportero gráfico, recorrió casi toda la frontera de Argentina para llevar historias a escuelas de bajos recursos, villas emergencias, asentamientos rurales “y a todos aquellos lugares donde los libros escasean”, explican en el sitio oficial.
“¿Tenés algo de Gardel?”, le pregunta un joven desde una moto en un semáforo, a lo que el artista responde: “¡Sí, mirá!”. Esta escultura móvil está diseñada para soportar más de 2500 ejemplares, que se reponen a medida que van llegando nuevas donaciones luego de que son repartidos.
El arma de instrucción masiva “contribuye a la paz, al acercamiento cultural y a la interacción entre estratos sociales diferentes intentando reducir el abismo que los separa, a través del conocimiento mutuo”, explican.
Como una alternativa pacífica, este viejo Ford Falcon fue construido para “cumplir con un fin más humanitario” y desterrar el antivalor que le quisieron imponer los militares en la última dictadura de 1976. Pero el Arma de Instrucción Masiva trascendió sus orígenes artísticos y pasó a convertirse claramente en una herramienta de transformación social.
“El proyecto es autosustentado y no ha recibido ningún tipo de subsidios o donaciones a excepción de libros que donan los particulares”, sostienen.