La representación de la criminalidad en el cine ha pasado por varias etapas: los gánsters de los años treinta, los capos de las mafias italoamericanas y los narcotraficantes. En el caso del narcotráfico, la industria del cine hollywoodense tuvo en filmes como “Caracortada” (1983), protagonizada por Al Pacino, una sólida expresión del crimen que se sostiene con los efectos negativos de la globalización. En la actualidad, Hollywood no es la única industria que recoge las dinámicas criminales del narcotráfico para llevarlas al cine, pues las conocidas ‘narcoseries’ ––como “Narcos”–– se convirtieron en éxitos del streaming, a través de Netflix.
Según el periodista Bruno Rivas en su artículo “Representaciones del narcotráfico en las industrias de contenidos. El caso de ‘Narcos’ en la plataforma de streaming Netflix”, publicado en el libro “Oscura Globalización” (UPC, 2020), Tony Montana (protagonista de “Caracortada”) “utiliza las herramientas del capitalismo para beneficiarse de sus negocios ilegales, con la diferencia de que será uno transnacional. Serán las conexiones que establece la globalización las que beneficiarán al capo de la droga. Sin embargo, Montana terminará teniendo el mismo final que los gánsteres de películas anteriores”.
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Además, Rivas afirma que los “criminales latinoamericanos lo tienen como ejemplo. Podemos decir que la fascinación por las historias de narcos tuvo en el Caracortada latino a su precursor”. Este filme de los ochentas, como las exitosas series de la actualidad ––sean las que tienen como protagonistas al ‘Chapo’ Guzmán, Pablo Escobar o Teresa Mendoza de “La reina del sur”––, son a su vez íconos populares porque desafían a la autoridad obteniendo su propio poder que trasciende fronteras.
“Podemos encontrar que el crimen ha sido un tema recurrente en el mundo audiovisual”, nos dice Bruno Rivas. “En mi artículo hago un repaso por las películas del género criminal. Desde ‘Enemigo Público', pasando por ‘El Padrino', ‘Buenos Muchachos', ‘Sopranos’ o ‘Breaking Bad'. Sin embargo, el mundo del streaming nos ha presentado producciones que nos permiten reconocer cómo el crimen utiliza los mecanismos de la globalización para extender sus redes”, afirma el periodista.
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Y no una globalización construida solo de la ficción, sino la articulación internacional que el narcotráfico desarrolla en la realidad: “Mi artículo concentra su análisis en la serie ‘Narcos’ y su spin off ‘Narcos México'. Allí es posible ver cómo los capos de Colombia o México se conectaron entre sí para poder dominar los mercados de la droga hasta convertirse en amenazas para el mundo entero. Y cómo los gobiernos de países como Estados Unidos, Colombia o México tuvieron que intervenir para evitar que el crimen global siguiera siendo una amenaza para sus intereses. Es por ello, que las series actuales nos permiten reconocer cómo el crimen se ha globalizado”, nos dice Rivas.
Para el periodista la globalización no solo se trata de “firmar tratados de libre comercio o del movimiento migratorio”, pues como vemos, el cine también exhibe los mecanismos de su lado más oscuro.
La importancia de discutir el lado oscuro
El libro “Oscura Globalización” nació por la necesidad de comenzar a hablar con mayor contundencia sobre el crimen y su carácter globalizado. Como vemos diariamente, las redes criminales no se circunscriben a un solo país, fácilmente atraviesan fronteras o se diluyen entre los caminos de las web.
“Entender globalización y crimen es sumamente importante porque así como las modas se trasladan, las modalidades delictivas también se trasladan e intercambian de un lugar a otro”, nos dice el coeditor Julio Corcuera. “En los últimos tiempos, se ha podido ver con claridad cómo ciertas modalidades delictivas ––que siete u ocho años atrás eran absolutamente distantes de la agenda pública nacional–– empiezan a tomar recurrencia, como el ciberdelito o el uso de las redes para estafar”, agrega.
Para Corcuera se trata de evidencias claras de la relación entre la globalización y el crimen. Según el libro, en la actualidad, hablar de globalización no solo implica enfocarse en las exportaciones, la internacionalización de la gastronomía peruana o que podamos consumir productos del otro lado del mundo, estas dinámicas globalizadas también se manifiestan en la criminalidad. “Pero por alguna razón no se está analizando”, afirma Corcuera, y este es otros de los objetivos del libro, profundizar estas aristas ensombrecidas.
Por ejemplo, dice Corcuera que en el ciberdelito la investigación policial tiene que ver más con alta tecnología que perseguir a un delincuente en la calle. Jueces y fiscales también deben estar capacitados, así como las instituciones del Estado deben ser fortalecidas en la protección de datos.
Para Oscar Sanchez, coeditor de la obra, “la idea del libro es que los tomadores de decisiones en materia de seguridad (alcaldes, regidores, funcionarios del gobierno central, organizaciones de vecinos, etc.) puedan acceder de manera rápida y en un lenguaje claro a información que hoy se tiene en el mundo académico, pero que no sale de allí”, agrega Sánchez, pues la seguridad de las personas de vuelve más vulnerable cada minuto. Dice: “Si conociéramos cómo funciona el crimen organizado probablemente nuestras estrategias se verían obligadas a afinar la puntería para tener un mejor éxito”.
Es por ello que confeccionaron “Oscura Globalización”, después de conversaciones y discusiones con expertos que colaboran con sus artículos desde distintas y diversas perspectivas sobre una misma variable: los efectos más dañinos de la globalización.