El escritor Carlos Enrique Freyre, quien es también comandante del Ejército del Perú, estuvo en el programa cultural de Correo  en julio pasado, en una entrevista para presentar su última novela, La guerra que hicieron para mi (Planeta, 2018), libro en el que aborda la experiencia de los militares en la zona de emergencia del Vraem a través de un personaje real: el hoy retirado exoficial del EP Amador Ocampo. 

La forma en que coordina su vida como militar y novelista, el surgimiento de ambas vocaciones, el trasunto de su experiencia como oficial del Ejercito, entre otros temas, son los que se abordan en este diálogo, del cual un breve resumen se expone en las siguientes líneas.

¿Cómo compagina su vida militar con la literatura?

Con bastante disciplina y mucha convicción, que es algo que solemos aprender los soldados con el paso del tiempo. Fundamentalmente creo que esa es la mezcla mágica.

¿Dedica un tiempo específico a la escritura, o aprovecha los tiempos libres que surgen en su rutina?

No podría precisar un tiempo exacto como 'hoy día voy a escribir cuarenta minutos', por ejemplo. Pero sí puedo decir que lo hago siempre con la constancia con que hago mis otras actividades, pues he tenido diferentes tipos de trabajo dentro de lo que es una carrera como oficial del Ejército. Pero en cada una de estas he podido adecuar la escritura de alguna u otra manera.

¿Cuál vocación surgió primero, la literaria o la militar?

Tengo que reconocer que la vocación literaria parte un poco antes. Pero en un momento de la vida tienes que decidir por dónde ir. Entonces elegí el Ejército, las Fuerzas Armadas, por una cuestión personal. Pero finalmente hay vocaciones que retornan a uno mismo; y nuevamente el flujo de contar, de narrar, regresó de donde había estado.

Hubo una pausa en su vocación, en su formación literaria, digamos...

Claro, durante mi preparación en la Escuela Militar. Era bastante difícil que uno pudiera generar mucha literatura ahí porque el régimen era un poco como entrar en un remolino. Pero después ya se pudo. Ahora, si bien es cierto que la vida de un oficial en el país particularmente tiene muchos desafíos, retos, viajes, eso es precisamente lo que alimenta. La dificultad alimenta al escritor. Y creo que los escritores que tienen mayor confrontación con la realidad, y no solo te hablo de mi ámbito, sino de la vida cotidiana, probablemente encuentren mayores historias para escribir.

¿Su experiencia como militar tiene alguna presencia en su literatura?

Sí, pero no solamente he escrito una novela como esta, que tiene que ver con la guerra. He hecho mucha ficción. He escrito novelas como El Fantasmacopio, El semental, que son real maravillosas. O una novela como El último otoño antes de ti, que es una historia de amor muy lejana a mi praxis como soldado.