César Vallejo no necesita presentación ni marketing. Se lee en todo el mundo. En el Perú, los escolares memorizan y recitan sus poemas; los universitarios, estudian su obra; los académicos, buscan más lecturas de sus versos. La gente sabe quién es y, más que leerlo, lo siente: “Hay golpes en la vida, tan fuertes… Yo no sé!”.
MÁS INFORMACIÓN: El Perú, una historia inclasificable
Y sí lo sabemos, en especial los peruanos que, a 200 años de la Independencia, no solo sufrimos los inevitables golpes personales, sino también los sociales, económicos, sanitarios, políticos.
Por eso, aunque está dentro del canon universal, siempre hay que recordar a Vallejo y sus libros, como “Los heraldos negros”, que ha tenido una edición facsimilar.
El libro reproduce lo que fue la primera edición del poemario que el vate y tiene un maravilloso texto del poeta Marco Martos.
Recorrer, una vez más, como en el colegio, estos poemas es volver a sentir esa exploración del dolor tan particular del poeta de Santiago de Chuco.
Vallejo ruge contra Dios, en “Los dados eternos”: “Tú no tienes Marías que se van!”. Y no puede ser de otra forma, así lo sentimos los huérfanos de madre.
También ama, goza, recuerda, da sus primeros trazos de lo que será luego “Trilce”, su cumbre. La emoción lo envuelve todo con una ternura universal.
Hace poco, el Consejo Regional de La Libertad lo nombró como el poeta del Bicentenario. Un acierto que se debe celebrar (re)leyendo sus poemas, emocionados, ¡muy emocionados!