Doctor Tilde: "Escribir de forma correcta nos puede cambiar la vida"
Doctor Tilde: "Escribir de forma correcta nos puede cambiar la vida"

Laboraba como periodista durante el gobierno de , fue amenazado de muerte y cuando la dictadura fujimontesinista concretó sus amenazas, se quedó sin empleo por el espacio de dos años; sin muchos recursos, pero con el apoyo de su familia, Jesús Raymundo Taipe, sacó adelante su empresa Artífice Comunicadores.

¿Cómo logró usted escribir bien, quién le enseñó?

Mi historia es muy singular, mis padres son quechuahablantes, nacieron en una comunidad muy pobre en Huancavelica y llegaron a Lima como migrantes. Ellos son analfabetos, y yo empecé a hablar tanto el quechua como el español a la vez. Mi primer encuentro con la lectura fue la poesía y desde el colegio yo quise ser periodista o profesor. Para entonces ya creaba mis periódicos murales con mis amigos, escribía historias, opiniones y otras cosas.

¿Perfeccionó su forma de escribir en los diarios para los que trabajó?

Cuando yo empecé a escribir en una sala de redacción, encontré un ambiente que no me esperaba. Mis jefes no me enseñaron a escribir, los editores tenían esa idea de que para qué te voy a enseñar si luego te vas a quedar con el puesto, entonces eran muy celosos de enseñar en la redacción; sin embargo, fuera de la redacción si habían personas que te querían compartir algunas experiencias. Fue un tema de sobrevivencia y la clave fue el autoaprendizaje, las ganas de aprender y preguntar. Como no tienes maestros buscas de quien puedes aprender.

¿Cómo surge este apelativo del Doctor Tilde, le gusta que lo llamen así?

En una de las entrevistas que yo doy en los medios de comunicación, en Panamericana me sacaron un reportaje y salimos a las calles a corregir las faltas ortográficas y en ese ínterin, ellos construyeron el sobre nombre del Doctor Tilde que apareció en la publicación y desde entonces los usuarios de las redes sociales empezaron a llamarme así, a tal punto que mi verdadero nombre pasó a un segundo plano.

¿Y le gusta que lo llamen así? 

Ya no podía desligarme de ese seudónimo y yo lo fui adoptando de una manera natural, lo fui asimilando. Este año ya me han entregado el certificado del Indecopi del sobre nombre Doctor Tilde el cual he registrado, tengo un logo e isotipo creado con el Dr. Tilde, ya es una marca yo al principio no lo aceptaba, supongo que me iré acostumbrando más.

¿En su grupo de Facebook Escuela de Comunicaciones Artífice cuántas consultas absuelve al día?

Mira, varía, pero siempre preguntan. Yo calculo que entre 10 a 15 consultas al día en promedio, y esto significaría unas 250 a 300 al mes. Hay consultas nuevas, repetitivas, pero siempre respondo no solo por el grupo, sino por mi cuenta personal del Facebook o del Twitter. A veces no respondo de inmediato porque me escriben de madrugada o muy de noche. Me siento muy útil ayudando y absolviendo inquietudes.

¿Cuánto tiempo le demandó realizar su libro La redacción no se improvisa?

Fue un trabajo de cuatro meses, pero es fruto de mi experiencia. Al principio tuve muchas dificultades para que se exhibiera en las librerías, mi libro fue seriamente criticado y cuestionado, pero ahora gracias a este texto he tenido la oportunidad de viajar por varias ciudades. Las personas que deseen contactarse conmigo o quisieran adquirir un ejemplar lo pueden hacer llamando al teléfono 983561093.

¿Qué mensaje les daría a los noveles periodistas?

No es fácil dar un mensaje, pero yo les pediría reflexionar en la función que cumplimos los periodistas. Somos un modelo de escritura en la sociedad, los periodistas son los que tienen contacto directo con el público y nosotros nos ganamos los frijoles escribiendo, y por amor propio tengo que escribir bien, por un sentido de responsabilidad tengo que escribir de manera correcta, y si me formaron mal en el colegio o en la universidad, ya me corresponde a mi cerrar esa brecha mediante el auto aprendizaje. A un médico no le podemos perdonar que cometa una negligencia médica y a los periodistas no le podemos perdonar un error garrafal de redacción.

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