Enrique Vila-Matas. (Foto: EFE)
Enrique Vila-Matas. (Foto: EFE)

Enrique Vila-Matas, uno de los más geniales escritores en lengua española, respondió algunas preguntas al diario Correo por su última novela “Esta bruma insensata” (Seix Barral, 2019), un libro que, con la historia de los hermanos Simon y Rainer Schneider, habla sobre las dicotomías de la literatura y, por supuesto, del mundo.

Quiero empezar esta entrevista con una cita de Roberto Bolaño: “No sé si lo dijo Borges. Tal vez fue Platón. O tal vez fue Georges Perec. Toda historia remite a otra historia que a su vez remite a otra historia que a su vez remite a otra historia”. ¿La intertextualidad es transversal en toda la literatura?

Diría que sí. Normalmente ningún texto es original o único, sino que muchas veces descansa sobre otros para revelar su estructura y su significado. Aunque no podemos abarcar la totalidad, todo en el fondo está de un modo u otro relacionado. De ahí, por ejemplo, la idea de Borges del texto infinito, sin autor particular.

Si todo lo que se escribe es una cita de alguien más, ¿se puede hablar de originalidad en la literatura?

La originalidad es una fantasía de Platón. Para él, incluso el mundo mismo era una copia. Pasaron los siglos y la originalidad siguió siendo esa fantasía platónica. Y en eso llegó Barthes, que le dio el golpe de gracia a la criatura cuando dijo que el realismo cree estar copiando lo real cuando en verdad sólo está copiando la copia de una copia de una copia.

¿El estilo es una forma de ser original?

Lo he de pensar. Pero si nada es original, me resulta difícil creer que pueda haber un estilo que lo sea. Mire: hace sólo un siglo y medio que la policía trabaja con las huellas digitales. Se parte de la idea de que no hay una sola persona en el mundo que pueda tener las mismas huellas digitales que nosotros, pero si hiciera veinte siglos que trabajáramos con esas huellas y dispusiéramos de buenos archivos, es muy probable que esto que ahora para nosotros es una certeza quedara desmentido.

“Esta bruma insensata” es una exploración sobre la intertextualidad, pero también de fe en la literatura, en las palabras. ¿También podríamos decir que es un homenaje hacia los escritores y obras que más han influido en usted?

Prefiero que sean los lectores los que decidan qué es “Esta bruma insensata”. Además, como se insinúa en mi libro, estoy con el poeta John Ashbery cuando decía que es imposible ser un buen artista y a la vez ser capaz de explicar de manera inteligente tu trabajo.

¿Usted tiene, como Simon Schneider, un archivo de citas que utiliza en sus libros?

No, sería muy aburrido para mí trabajar así. Es más, muchas de las citas que utilizo las invento yo mismo sobre la marcha.

¿Alguna vez pensó en convertirse en un escritor alejado de los reflectores como Salinger o Pynchon?

Sí, pero cuando era mucho más joven. Y si lo pensé fue porque deseaba ser juzgado sólo por mis textos, no por mi simpatía o antipatía antes las cámaras. Traté el tema en Doctor Pasavento, donde expuse lo difícil, por otra parte, que es desaparecer del todo.

Pensando en la popularidad de la no ficción, con la idea de contarlo todo y entregar historias “basadas en hechos reales”, como si la ficción no tuviera nada que ver con la realidad, ¿el mundo actual de redes sociales e internet está condicionando para bien o para mal la literatura?

Estoy muy de acuerdo con Olga Tokarczuk cuando dice que la red es un cuento contado por un idiota, lleno de ruido y furia.

Aunque la bruma no nos permita encontrar la verdad -como en la dicotomía de los hermanos Schneider: de seguir o dejar de escribir, de creer o no en el arte de citar, del fracaso y el éxito, ¿la literatura no ha sido siempre ese viaje donde es más importante el viaje que el destino?

Tengo mis dudas. Veamos. Kafka en una carta le escribe a Felice Bauer: “Me siento como un chino que va a casa”. Observe usted que no dijo que fuera un chino que volvía a casa, sino que iba. Me recuerda a Bob Dylan al comienzo de No Direction Home: “Salí para encontrar el hogar que había dejado hacia tiempo, y no podía recordar exactamente donde estaba, pero se hallaba en el camino…” Así que yo, que siento empatía siempre por esas palabras de Dylan, creo que nací muy lejos de donde estoy ahora, y por lo tanto voy camino de mi hogar.

Y cierro estas preguntas con una cita de su libro: “Desde el momento en que se ordenaba el mundo con palabras, se modificaba la naturaleza del mundo…”. ¿Vivimos en ficción?

Depende de cómo nos levantemos por la mañana. Cada día la impresión que tengo del mundo es diferente. Ayer, por ejemplo, volví a tener la impresión de que la realidad es provisional y de que todo lo que sucede ahora volverá a ocurrir más tarde, y solo entonces será real, ya que por ahora es solamente un ejercicio, un ensayo general. Quizás por eso, algunos papeles estelares me parecen representados por suplentes, que visten ropas equivocadas. Por cierto, ¿recuerda cómo visten los hermanos Schneider, los héroes de Esta bruma insensata?

Perfil

Enrique Vila-Matas, novelista

Nació en Barcelona en 1948. Ha sido traducido a 36 idiomas. Recibió los premios Rómulo Gallegos, Herralde de Novela, Formentor de las Letras, Ha publicado Dublinesca, Bartleby y compañía, Historia abreviada de la literatura portátil.