Jerónimo Pimentel, escritor peruano: “Busco lenguajes que expresen mundos distintos”
Jerónimo Pimentel, escritor peruano: “Busco lenguajes que expresen mundos distintos”

Después de cuatro años, el escritor y periodista peruano Jerónimo Pimentel regresa a la novela con la publicación de Estrella solitaria (Fondo de Cultura Económica, 2016), libro que narra con un lenguaje crudo y procaz los problemas de amor de un joven que, apoyado de un amigo, anhela escribir una novela y un cancionero dedicado a su cantante favorito.

A diferencia de tus otros libros, aquí recoges el lenguaje coloquial de un par de jóvenes con los que, de alguna manera, reflejas la forma de hablar de los chicos de hoy... 

A mí me gusta trabajar con varios registros. Mis libros son diferentes entre sí. Yo trato siempre de buscar lenguajes diferentes que expresen mundos distintos. Yo me siento más afín a los artistas o escritores que tratan de cambiar. Allí está la aventura, la novedad.

Sí, ha sido como un cambio radical... 

¿Sabes lo que pasó? Cuando terminé de escribir La ciudad más triste (2012), una novela histórica sobre el viaje que hizo Herman Melville (autor de Moby Dick) a Lima en 1843, cuya construcción de lenguaje fue muy elaborada, yo seguía con ese registro. Yo necesitaba de alguna manera destruir ese lenguaje, desasirme de él, y la manera que encontré fue escribiendo Estrella solitaria, que es una novela que tiene un lenguaje directo, a veces procaz, muy libre, muy crudo, irreverente, un poco grotesco por momentos, pero por otro es muy sublime, o trata de serlo, en su búsqueda de la poesía de la belleza.

Creo que reflejas muy bien la cotidianidad de la juventud de clase media de ahora... 

Sí, hay un intento de construir que yo vi, lo que me tocó vivir, sobre todo en los años 90, una serie de personajes de clase media, media alta, que estudiaban en la Católica y tenían un acercamiento a la cultura elevado, pero por otro lado sus vidas eran muy prosaicas, muy sucias; entonces, ese contrapunto me intrigó, me parecía interesante. Estos chicos de la alta burguesía ilustrada disfrutan todo el día hablando mal de todo el mundo, de las mujeres, de los pitucos, de los argentinos, de los chilenos y esa agresividad de alguna manera es lo que los une, lo que los protege, y ese mecanismo me parecía interesante desarrollar.

Algunos que han llevado una vida similar no lograron madurar...

A algunos les gusta vivir los 20 años eternos. No me he preocupado en desarrollar las vidas posteriores, lo que interesaba de estos personaje es su intensidad y también su fugacidad. Es una novela breve, me interesa que esto sea como una ráfaga, como un fogonazo, que así como vibra y es intenso, así mismo desaparezca.

¿Te sientes más cómodo escribiendo poesía o novelas?

Yo me siento cómodo escribiendo, me gusta mucho. Me considero sobre todo un escritor. He hecho poesía, narrativa, ensayo, soy periodista, me gano la vida como editor, entonces, mi acercamiento al texto es múltiple, variado, y a mí me gusta esa versatilidad, la disfruto mucho.

Alguna vez le escuché decir a Mario Vargas Llosa que la poesía no era lo suyo... 

Sí. Yo creo que en un punto es más sencillo para un poeta hacer narrativa que para un narrador hacer poesía. Mi formación es básicamente de poeta. Mis primeros libros son todos de poesía, me considero un poeta, pero antes me considero un escritor. Todas las facetas de mi vida tienen que ver con la escritura. No sé hacer otra cosa tampoco. Entonces, escribo literatura porque necesito hacerlo. Tengo una columna de deportes y otra de cultura en El Comercio. Mi mamá es bibliotecóloga, mi papá es poeta y mi hermano es filósofo; entonces, es de lo que me siento parte, es mi mundo.

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