Los dibujantes Jesús Cossio, Luis Rossell y el escritor Alfredo Villar entregan al lector una reedición del libro de cómic Rupay: violencia política en Perú 1980-1985. La idea del libro es divulgar, pues “nadie se va a leer esos tomos de historia” sobre la guerra interna que se vivió en Perú en los ‘80 a causa de Sendero Luminoso.
Los creadores de Rupay, palabra quechua que en español significa ardor o fuego, han documentado su trabajo de los informes de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación (CVR), de la organización de los DD.HH. y los informes de la prensa la época, por lo que -afirman- su informe no está parcializado.
¿Por qué abordar otra vez el tema de la violencia que tanto daño le hizo al Perú?
JESÚS COSSIO: No se trata de traerlo de nuevo, el tema siempre está, las consecuencias son visibles, excepto para alguna gente a la que no le interesa que sea visible, que quede en historia pasada. No solo en Perú hay tendencias contrapuestas, en países donde hubo dictadura, desapariciones, siempre hay quienes quieren ocultar y otros que esté muy presente.
LUIS ROSSELL: Los efectos de esa dictadura aún no han desaparecido, hay mucha gente desaparecida. Es un problema vigente.
En el libro se aprecia al mismo nivel la posición del pueblo, del Ejército y la de los terroristas. ¿Cuán difícil ha sido mantener estos tres elementos?
LR: No es un libro fácil de leer, quien lo lee sale gratificado. Es duro. Hay gente que cree que exageramos, es todo lo contrario, apenas está un porcentaje de todo lo que fue la violencia. En el capítulo de Uchuraccay hemos dado las tres o cuatro versiones de lo que pasó. Hay gente de izquierda que dice “fueron los militares”, hay gente de la derecha que dice “fueron los campesinos”. Se ve la tentación de decir quién fue y ya está. Quisimos generar más preguntas.
¿Durante el conflicto armado en Ayacucho ustedes qué hacían?
LR. En los 80, yo estaba saliendo del colegio, durante un tiempo el tema no salía en medios, estaba escondido, (Fernando) Belaunde dijo que era un abigeo, hasta que pasó lo de Tarata y la gente tuvo que voltear a decir: ¿Qué está pasando?
JC: Yo salí del colegio el año 91, durante el fujimorismo, y he visto el clima de miedo, de terror. Nosotros somos críticos de la lectura que se hace de la violencia desde Lima, que se traduce en apagones y toques de queda. No creemos que la violencia se debe narrar empezando por Lima -los reportajes siempre empiezan con una imagen de Tarata-; no tiene sentido, no es que allá sufrieron más y acá menos, pero si vemos los hechos en su dimensión, plenamente el horror se vivió en Ayacucho, Huancavelica.
¿Cuándo nace el interés en abordar mediante un cómic este conflicto interno?
JC: Somos dibujantes, hemos hecho revistas, fanzines, y nos tocó la respuesta de los sectores contrarios a la CVR; los insultos, desprecio por las víctimas -están mintiendo, han sido manipulados, lo hacen por la plata-. Se nos ocurrió que desde nuestro pequeño aporte (el cómic) algo podíamos responder.
¿Las heridas en Ayacucho están cicatrizando o aún están abiertas?
JC: Abiertísimas. Es muy doloroso. Hace poco, cuando salió la Ley de desaparecidos, hay gente que literalmente decía: ‘30 años después, cómo se van a acordar, qué traumados’. No entienden que para alguien que ha perdido un familiar no ha pasado 30 años.
PERFILES
Jesús cossio
Escritor
Es autor de la novela gráfica Barbarie. Coautor de los libros Biopolítica para principiantes y Guerrilla en Paucartambo. Ha participado en varios festivales
de historieta.
Luis Rossell
Dibujante
Editor de la revista de divulgación y crítica social Tienedientes.