La reedición de un libro siempre es motivo de alegría y de reconocimiento. Lo habitual es constatar que, a duras penas, un libro se queda en su primera edición o va a parar a algún lugar olvidado en el tiempo. Por eso, cuando lo vemos aparecer remozado o enriquecido, la alegría (o la envidia) sale a flote, naturalmente. Y más aún, si este libro nos trae sustanciales aportes o si simplemente nos regala el placer o el disfrute de su lectura.
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Este es el caso de CUENTISTA DEL DESIERTO, un deleitoso libro de doce relatos escritos por el popular “Gordo Tume”. Este libro, publicado inicialmente el año 2008, alcanzó sucesivas reediciones con el sello de Ediciones Altazor. Ahora, después de más de quince años, su presencia se revitaliza y alcanza su sexta edición bajo el sello de Editorial Infolectura.
Pero ¿qué tiene de valioso este libro que lo hace permanentemente reeditable? Definitivamente, el estilo humorístico, las deleitosas historias que lo conforman, la lograda fluidez narrativa, la urdimbre expectante en cada relato, la brillante integración del lenguaje coloquial, la perspicaz caracterización de los personajes (selección y configuración precisa de adjetivos y símiles) y los sorpresivos finales.
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Atributos del Cuentista
Por ello, haciendo eco a las palabras del escritor y editor peruano Ricardo Ayllón, diré también que “un libro de cuentos que transparenta —desde el lenguaje y la descripción— este valioso elemento (el humor), no puede pasar desapercibido. Y aquí radica, indiscutiblemente, el valor de este libro y el porqué de sus constantes reediciones.
Como muy bien lo señala el poeta peruano César Olivares, “Cuentista del desierto rescata de manera magistral el temperamento y la idiosincrasia del poblador común norteño; nos ofrece historias verosímiles condimentadas con giros idiomáticos, ocurrencias jocosas y personajes entrañables”.
Estos atributos se revelan en cada uno de los cuentos reunidos en el “Cuentista”: caracterización de los personajes, verosimilitud de las historias y humor. He aquí una ejemplar muestra:
“El respeto que se granjeó el curita Camacho jamás fue puesto en tela de juicio, hasta que conoció al Negro Amalio. Y es que el cuidador de los rebaños del Altísimo era de aquellos que hacen inclinar la mirada con su sola presencia. Su pequeña estampa, antes descarnada, habíase mudado a rechoncha, merced a las buenas comilonas que se dispensaba.”
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El humor como recurso
La anterior muestra corresponde a las primeras líneas del cuento “Una gallina para el cura”. ¡Fíjese en la primera oración, estimado lector! Este magistral inicio evidencia la inquebrantable fidelidad de Jorge Tume Quiroga al legado de su maestro Gabriel García Márquez. Luego de este expectante inicio, el relato nos lleva por los envolventes caminos de la trama para cerrar con este hilarante final:
Eso no se hace, don Aurelio. El padre está muy mortificado —regañó don Serafín.
¿Acaso el curita no exige una gallina entera? A mí nadie me dijo que le saque las tripas — fue la sacrílega respuesta del Negro, quien contenía la risa por haber curado, en vida, las exquisiteces del cura.
Dice el escritor y editor colombiano Guido Tamayo que “el humor libera al hombre de su tensión con la sociedad y consigo mismo”. “Este acto de liberación, somatizado a través de la risa y la sonrisa, ilumina con sabiduría crítica los aspectos más ocultos de la condición humana. En consecuencia, se podría asegurar que el humor es tal vez la actividad crítica más gozosa que posee el hombre”, añade.
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Los sorpresivos finales
Y, justamente, el humor es lo que alimenta a cada uno de los doce cuentos que conforman CUENTISTA DEL DESIERTO: tras de las deleitosas historias y los hilarantes finales, se vislumbra esa “sabiduría crítica” a la que se refiere Guido Tamayo. “La seriedad es el pecado original del mundo” decía Oscar Wilde; en contraste, el humor vendría a ser la redención, el recurso más valioso de la inteligencia humana.
Pero, aparte de lo ya manifestado, considero que la clave de Tume está en el remate, en el cierre de cada cuento. Ya desde Aristóteles se decía que “el secreto del humor es la sorpresa”. Y precisamente, ese es el ingenioso recurso que emplea Jorge Tume para finalizar los relatos del “Cuentista”: después de aconteceres expectantes en los que el lector transita junto a peculiares personajes, el cuento finaliza con un sorpresivo cierre que inevitablemente desencadena la hilaridad del lector.
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Adicionalmente, como profesor de Lengua, no puedo dejar de enfatizar otros aspectos que considero tan valiosos como los ya resaltados. El prolijo manejo del lenguaje, el uso impecable de los signos de puntuación y el cuidado de la edición no solo le agregan valor al libro, sino que constituyen claras muestras del amor y la responsabilidad que tiene el escritor.
Para cerrar este modesto comentario, tomo literalmente las palabras del poeta César Olivares para decir con él que el libro “Cuentista del desierto es una excelente oportunidad para alejarnos de la rutina devastadora de los días y sacarle lustre a nuestra sensibilidad”. Léalo y, seguramente, nos dará la razón.
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