Juan Carlos Cortázar: "La literatura puede abrir grietas"
Juan Carlos Cortázar: "La literatura puede abrir grietas"

Juan Carlos Cortázar profundiza en el deseo en su reciente libro El inmenso desvío (Animal de Invierno, 2018), donde reúne cuentos relacionados con la temática LGBTI.

El autor peruano, a través de un esfuerzo continuo del lenguaje, explora las grietas, los espacios poco visitados del erotismo, que va más allá de lo convencional, de lo moralmente correcto.

¿Cómo interpretaste “el inmenso desvío” del poema de César Moro?

Cuando leí el poema, me impactó. El último verso es contradictorio: “libre en el inmenso desvío”. Las sexualidades que se alejen de la heteronorma son consideradas desviadas. Ya no se usa la palabra, porque es políticamente incorrecta. Pero más allá de la palabra, este es un libro que trata de algunas dimensiones de la diversidad sexual que no son las más asimilables a la norma heterosexual o lo moralmente decente. La idea de la libertad en el desvío me parece que es lo que yo esperaría que se vea: varios personajes que, en medio de la represión y las complicaciones, tratan de ser libres en su manera particular de vivir su deseo.

Oswaldo Reynoso fue uno de los autores peruanos que ahondó, desde la sugerencia, en la temática del deseo homosexual. ¿Tu propuesta se acerca a esto o buscas otros caminos? En Reynoso lo más homoerótico que tiene es la mirada de sus narradores. Uno siente que hay una mirada donde hay un deseo. Yo esperaría que haya algo de sutilezas, silencios, cosas que no se dicen. El mundo de las sexualidades no heteronormativas es muy apasionante para la literatura porque te permite explorar muchas grietas, piezas que no calzan, cosas que sabemos con el rabillo del ojo, pero que no queremos ver. La literatura puede mostrar grietas. Hebe Uhart, la escritora argentina que murió hace poco, hablaba de que la literatura va a la grieta, porque ahí puedes encontrar riqueza, algo que mirar que valga la pena. A mí me interesan cuentos que exploran eso.

¿Qué has encontrado en esta indagación? 

Hay una exploración que tiene que ver más con el tipo de escritura. Hay algunos cuentos que son como unas prosas más llanas, directas, que son las más antiguas. Pero hay otros donde quiero entrar a una escritura de frases más largas, como subordinadas, donde la frase te mece: ese tipo de escritura que es un poco compleja, que te exige un esfuerzo, que no es una literatura de “vamos a leer a la playa un librito”. Eso he intentado hacer en mis humildes capacidades. Hay gustos y poéticas distintas, pero últimamente uno mira el gran mainstream, que es esta idea que uno lo puede leer en las contratapas: frases cortas que van al hueso, un golpe decisivo. Este tipo de literatura es magnífica, pero también hay otro tipo de escritura y el español se presta para eso.

¿Cuánto ha avanzado el país en estos temas? 

Creo que no ha avanzado mucho. No tenemos ni siquiera una ley contra los crímenes de odio. Es un contexto bastante difícil. Si uno compara en el contexto regional, Perú es uno de los países que tiene menos avances en términos legales respecto al mundo del LGTBI.

¿Y ahora qué estás escribiendo?

Estoy con una novela también ambientada en los 90. Se me ocurrió porque es un mundo que me interesa, hacerlo desde una mirada trans. Y me ha costado, he aprendido mucho. El mundo trans es un mundo muy rico: la fluidez, la ambigüedad, el tema de la violencia. No es casualidad que los trans son, dentro del colectivo LGBTIQ, los que mayor violencia sufren. El promedio de edad de una persona trans, en América Latina, es 40 años. Así como con temas como poliamor, sadomasoquismo o sexo libre, promiscuidad, que son temas con que la gente se incomoda y el progresismo no basta, el tema trans es muy difícil de digerir. No sé si la novela valdrá la pena. Pero más allá de eso, el hecho de ponerme en esa mirada y tratar de sintonizar sobre cómo sienten, cómo desean, qué es qué, me ha resultado enriquecedor.