Para Julia Navarro, autora de “El niño que perdió la guerra” (Plaza & Janes), su más reciente novela, el periodismo le sentó las bases para su actual oficio de escritora. “Siempre digo que a mí el periodismo me ha dado las herramientas para escribir mis novelas, me ha enseñado a mirar la realidad con otros ojos, no solamente la realidad presente, sino también cuando echas la vista atrás. Hay muchos escritores que han ejercido el periodismo, y luego, parece que les pesa decir que han sido periodistas, como que les resta importancia y méritos, yo no, yo soy todo lo contrario”, nos dice Julia Navarro, cuya obra ha sido traducida a  más de 30 idiomas.

No hay nada como esas viejas  redacciones en las que se vivía intensamente el periodismo. Te sentabas encima de la mesa, cogías un cigarrillo de una cajetilla que no sabías de quién era, había otra relación entre tus colegas. Ahora, cuando yo entro a una redacción siempre pienso, esto parece un banco, o una compañía de seguros, aquí nadie habla, todos con los cascos mirando el ordenador, y me pregunto, pero qué hacen aquí, deben estar en la calle buscando las noticias, hablando con la gente. Pero bueno, esta es  otra generación que tiene sus propias reglas, sus propias herramientas. Nosotros hemos vivido una, ahora a la nueva generación le toca vivir otra.

¿Dejar el periodismo por la literatura no fue una decisión fácil?
Durante un tiempo  intenté hacer compatible el periodismo con la literatura, y la vida no me daba para tanto, siempre digo que para mí el periodismo ha sido una gran pasión, y yo las pasiones soy capaz de vivirlas una detrás de otra, pero no todas revueltas. Hubo un momento en que dije, voy a terminar haciendo algo mal, me apasiona el periodismo y me apasiona contar historias, si sigo así terminaré traicionando al periodismo y terminaré traicionando a mis historias, de manera que tengo que tomar una decisión, que no fue fácil.

Tuvo que ver mucho en dar el salto el éxito de tu primera novela “La Hermandad de la Semana Santa”.                          Sin duda, el poder vivir de la literatura es un valor añadido,  yo jamás pensé cuando escribí ‘La Hermandad de la Sábana Santa’ que iba a convertirse en una novela que iba a tener una repercusión en tantos países. Luego publiqué la segunda novela ‘La Biblia de Barro’ y sucedió lo mismo, y con la tercera ‘La sangre de los inocentes” y sucedió lo mismo. Entonces, claro, yo me dí cuenta que podía vivir de la literatura.

"Yo siempre tengo la impresión de que con cada novela me la juego, con cada novela empiezo de cero, cuando mi novela llega a las librerías, para mí es la hora cero, es la hora de la verdad", dice Julia Navarro.
"Yo siempre tengo la impresión de que con cada novela me la juego, con cada novela empiezo de cero, cuando mi novela llega a las librerías, para mí es la hora cero, es la hora de la verdad", dice Julia Navarro.

Para no estresarse hay que afrontar cualquier proceso creativo sin la expectativa del éxito seguro. No, eso no funciona, jamás vas a saber el resultado de ese proceso creativo, ni sabes qué van a decir los otros. Yo siempre tengo la impresión de que con cada novela me la juego, con cada novela empiezo de cero, cuando mi novela llega a las librerías, para mí es la hora cero, es la hora de la verdad, y a partir de ese momento sé que ya no depende de mí. No hay una fórmula mágica para hacer una novela, ni ningún trabajo creativo que te asegure el favor de los demás, porque si existiera esa fórmula creo que todo el mundo la utilizaría.

Si existiera la fórmula tendríamos millones de escritores exitosos. Y hablando del éxito literario, nunca he creído cuando alguien dice, no  me importa que me lean media docena de personas, no me lo creo. Escribir es comunicarse con los demás y entiendo que cuando tú haces un trabajo, estás un año, dos, tres, cuatro, haciendo ese trabajo, quieres que llegue a un mayor número de personas.

En este “mundillo intelectual” hay quienes señalan que cuando algo es masivo debe ser malo.
Es una actitud tan absolutamente elitista y soberbia, Pensar que uno es superior al resto, y que si al resto le gusta algo eso no puede ser bueno, porque solamente ellos tienen la capacidad de degustar lo exquisito. Bueno, a mí siempre me ha parecido una actitud incluso antidemocrática, ese desprecio a los demás.

Y precisamente , el totalitarismo, la dictadura, el desarraigo,  son temas de “El niño que perdió la guerra “, tu más reciente novela y que lamentablemente siguen vigentes. En la historia de la humanidad, la historia siempre se repite con distintos escenarios,  con distintos protagonistas, de distintas formas, con otros códigos, pero al final siempre es lo mismo. Siempre es alguien que ocupa todo el poder  y que se convierte en un autócrata o en dictador, y eso desgraciadamente ha sucedido en el pasado, está sucediendo en el presente en distintos lugares, y me temo que seguirá sucediendo en el futuro.