La mirada de Julio Hevia no se quedaba detrás de los límites, sino que buscaba explorar diferentes matices en sus investigaciones académicas.
Hevia era psicoanalista, catedrático, estudioso de la jerga y la cultura popular, un “intelectual meteórico”, como solía autodenominarse, entre otros epítetos a los que ahora se agrega el de dibujante.
Una característica inédita del autor de ¡Habla, jugador! Gajes y oficios de la jerga peruana, para los que seguían su labor académica, pero no para su entorno más cercano: Hevia pintaba desde los cinco años y llegó a guardar más de 100 trabajos artísticos.
Una parte de esta colección se viene mostrando en la exposición “La otra mirada del jugador: Dibujos de Julio Hevia”, en la galería del ICPNA de Miraflores.
ESCUCHARSE
El artista Eduardo Tokeshi, curador de la muestra, resaltó la capacidad que tenía Hevia para oír el habla de la gente, una virtud que, en sus dibujos, lo emplea para escucharse a sí mismo.
“(...) Nos dejó claves dispersas para encontrarnos con el otro Julio Hevia, el artista visual. Es así que nuevamente hallamos al curioso irreverente que sabía oír a la gente, pero esta vez en otro sentido: un Julio Hevia que se escuchaba a sí mismo y exploraba su propia sensibilidad”, escribió Tokeshi, quien visitó la casa de Hevia y presenció el avance de la obra plástica del hombre “que se encerraba durante horas para crear hermosos dibujos y collages”.
“Julio era un autodidacta en el dibujo y, al igual que en su labor intelectual, era un gran observador de la realidad. Solo siendo un gran observador pudo adentrarse en esa primera época donde el figurativismo era su mayor preocupación: imágenes atentas de proporciones y claroscuros. Imposible separar al psicólogo del artista cuando imagino a Julio Hevia escuchando a la gente con la misma atención con que trazaba en sus cuadernos y papeles”, detalló Tokeshi en su texto.
Hevia nos sigue hablando a través de sus dibujos, la otra mirada de su incansable exploración de la vida.