Marie Curie: el escándalo de un amorío a puertas de su premio Nobel
Marie Curie: el escándalo de un amorío a puertas de su premio Nobel

, una de las mujeres universales que salió adelante gracias a la ciencia. La primera mujer en recibir dos veces un en dos ciencias distintas: Física y Química. Sin embargo, su gran conocimiento hizo que la sociedad dejara de verla como una mujer que no debe amar, ni mucho menos volver a tener un romance luego que su esposo murió.

Su esposo, Pierre Curie, falleció en 1906 atropellado por un carruaje y unos años más tarde, ella empezó una relación con el físico Paul Lengevin, quien fue alumno de su esposo. Mucho más joven que ella.

La astucia del joven hizo que su nombre comenzara a recorrer el mundo, su tesis sobre gases ionizados se hizo reconocida y el problema real que no permitía la unión de estos dos amantes era que Lanvegin estaba casado.

En el libro "Radioactivo" de Lauren Redniss se habla de la infelicidad del matrimonio Langevin. La esposa sabía que él tenía amantes, pero era Marie Curie, la amante, que más molestia generó. Sobre todo, luego que Paul y Marie alquilen un departamento para sus encuentros, donde sellaban todos las cartas que se enviaban.

Pero tres días antes que Marie Curie reciba su segundo Nobel , el escándalo explota, Jeanne Langevin publica artículos de sufrimiento por el romance entre los científicos. "A Marie le asignaron el papal de vagabunda intrigante que había hechizado aun hombre casado. Aún peor, era una extranjera peligrosa", comentó Redniss.

El Comité del galardón internacional no saben cómo actuar. El premio Nobel sueco Svante Arrhenius le escribió a Marie. "Le ruego que se quede en Francia; nadie puede calcular lo que podría pasar aquí... Espero que mande un telegrama... que diga que no quiere aceptar el premio antes de que en el juicio de Langevin se demuestre que las acusaciones en su contra no tienen fundamento". A lo que ella comenta que su trabajo científico no tiene nada que ver con su vida privada.

Todo eso lleva a que comente su sitación y le recomienda a Curie que reciba su premio como debe ser. "¡Ve a Estocolmo! Estoy convencido de que debes despreciar este alboroto. Si la chusma sigue molestándote, deja de leer esas estupideces. Déjaselas a las víboras para las que fueron escritas", comentó.

Y así, Marie Curie desafía a todos presentándose para recibir su galardón y cenar junto al rey de Suecia.

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