Casi por generaciones ha pasado por nosotros la historia sobre el duende que se lleva a los niños que no están bautizados. A tal punto que uno de los consejos que les dan a las madres con bebés recién nacidos es: bautízalo.
Según la mitología de los Andes, un duende es conocido como “Muki”, el cual se caracteriza por ser minero, la palabra Muki resulta de la castellanización del vocablo quechua murik, que significa "el que asfixia" o muriska "el que es asfixiado".
Todo esto, por el temor a que el duende se lo lleve ¿a dónde? Es aquí donde fluctúan muchas hipótesis y afirmaciones de personas que aseguran que esta historia es verídica.
Según cuentan, los duendes o mukis son de estatura pequeña, no excede los cincuenta centímetros, perteneciendo, estos seres, a la categoría de los enanos.
Según antiguos relatos, los niños que no son bautizados, son raptados por los duendes, los cuales se esconden en las higueras o platanales, para que se conviertan en uno de ellos.
LEYENDA.
Era un día del mes de agosto cuando la luna estaba llena un minero se fue a trabajar en una mina cerca de Pucayaco manejando máquinas pesadas. Él tenía un hijo llamado Eustaquio de nueve años que se encargaba de llevarle el almuerzo todos los días a pesar de su pobreza. Un día Eustaquio salió de su casa llevando el almuerzo de su papa a las once de la mañana aún no llegaba con el almuerzo, ya era la una de la tarde y su papa muy preocupado y con mucha hambre se fue a buscarlo y cuando estaba pasando una curva vio a su hijo jugando con otro niño con piedritas, pero mientras más se acercaba se dio cuenta que esas piedritas eran pepitas de oro y que el otro niño era nada más y nada menos que un muki al darse cuenta el señor agarro su correa y ató al muki y lo encerró en un baúl y a cambio de su libertad el muki le dio un baúl de oro y los padres de Eustaquio salieron de la pobreza.