Islandia es el país en el que se publican más libros por habitante de todo el mundo. Por cada 1000 habitantes, salen 5 nuevos títulos.
Por eso, no parece extraño que tengan desde tiempos de la Segunda Guerra Mundial una tradición navideña muy particular: regalarse libros como locos.
Esta costumbre recibe el nombre de Jólabókaflód, lo que en castellano significa algo así como 'Inundación de Libros en Navidad'. Y es la explicación por la cual casi todos los libros del mercado editorial islandés se venden entre finales de septiembre y principios de diciembre.
En los meses previos a la Nochebuena, todas las editoriales de Islandia publican sus novedades. Estas luego aparecen listadas en un catálogo anual llamado Noticias de libros ('bókatíðindi'), que se distribuye por todas las casas del país y ayuda a los islandeses a hacer sus compras.
El 24 de diciembre es el gran día para los lectores del país: se dan sus regalos (libros, por supuesto), se meten en la cama y se ponen a leer.
Lo que más destaca de las Navidades islandesas no es el turrón, ni las largas sobremesas ni el cordero al horno ni el discurso del rey: es la lectura. Y no parece una mala manera de pasar las fiestas.
Aunque Islandia es un país con una larga tradición literaria que data de época medieval, el Jólabókaflód procede de una época más cercana, la Segunda Guerra Mundial.
Entonces, la importación de productos extranjeros se hizo muy complicada por las dificultades de comunicación marítima. Islandia es una isla muy pequeña que necesita traer la mayoría de materias primas desde el extranjero, por lo que hacer regalos navideños se convirtió en una quimera.
Excepto por los libros. La fabricación de papel siguió resultando relativamente barata, y los islandeses decidieron que no había mejor manera de celebrar la Navidad que regalando literatura.
Casi 80 años después, no parece que esta tradición vaya a desaparecer.
Así que si ya habías pensado en mudarte a Islandia cuando te enteraste de que es el país con más instrumentos musicales por habitante, la costumbre del Jólabókaflód podría acabar de convencerte del todo.