Ha publicado Canción del amante labriego, (poemas, 2002). (Foto: Cortesía)
Ha publicado Canción del amante labriego, (poemas, 2002). (Foto: Cortesía)

Entrevisté a Niel palomino, tanto por su vasta obra y aportes a la literatura de lenguas originarias como por la reciente reedición de su libro de microcuentos.

¿Cuáles fueron tus primeras lecturas? 

El caballero Carmelo y El vuelo de los cóndores de Valdelomar, Dia Domingo y Los cachorros de Mario Vargas Llosa, Rimas y leyendas de Bécquer, Gallinazos sin plumas de Ribeyro, Aves sin nido de Clorinda Matto, son los que leí en primaria y secundaria. En la universidad se vino Borges y mi vida cambió para siempre.

Como autor en español y quechua, ¿cómo influye esta dualidad en tu proceso creativo?

Casi en nada. Uno ni se da cuenta que es bilingüe. Más que las lenguas, lo que verdaderamente influye en mi proceso creativo son las lecturas y las vivencias. Leo y vivo para luego escribir. Lo que no puedo vivir leo o veo en otras vidas, en las películas, series y tv novelas; pero, principalmente, hago caso al gran Reynoso: “Vive, si no vives, ¿de qué chucha vas a escribir?”. De todo eso, capto y entiendo las miserias y grandezas humanas para luego escribirlas.

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Su libro “T’aniwi”, sugiere una fusión entre la tradición quechua y corrientes vanguardistas.

Quien me advirtió de esa fusión fue Isaac Huamán Manrique, el profundo estudioso de la poesía quechua. Yo me dejé arrastrar por las corrientes poderosas de la canción quechua en todas sus facetas, que me atormentaban. Entonces, para salvarme del acoso, una noche, después de escuchar la ancestral canción Tayankucha, me puse a escribir siguiéndole el ritmo. Luego, para sacudir la petrificada poesía quechua, se me ocurrió disponer las palabras en caligramas. Supongo que eso es fusión y esa es su importancia. T’aniwi, cuyo significado ni yo mismo sé, antes que al español, está siendo traducido al inglés por Timothy Johansson.

Como académico, ¿cómo ve el futuro de las literaturas en lenguas originarias en Perú?

La literatura en lenguas originarias va viento en popa. Eso gracias a la apuesta de sus hablantes y al Premio Nacional de Literatura. Lo que necesita es, como plantea Landeo, primer novelista quechua del Tawantinsuyo, escribir en lenguas originarias sin traducción, sin el bastón castellano, solo así fomentaremos la lectura en la misma lengua ancestral, pues lo que falta a esa literatura son lectores. Una vez que suceda ello, el futuro es promisorio. En reconocimientos, en la actualidad, hay una argolla que nace desde una editorial limeña. Los que publican en dicha editorial, entre ellos se reseñan, se prologan y comentan, para luego otorgarse el PNL, también, entre ellos.

Acabas de presentar la segunda edición de un libro de microcuentos “Ch’iticuentos”, ¿qué encontrará el lector en este libro? 

Mejor que te respondan dos grandes del microcuento latinoamericano: “Niel nos cuenta mucho en breve, y lo hace con acierto; ha optado por lo esencial en un libro que se apropia del lector quien —al final de la lectura total— devendrá en su cómplice y amigo” (William Guillén).  “Los textos de Palomino recrean pasajes bíblicos, históricos, tradiciones andinas, tocan temas filosóficos, religiosos y de la cultura popular. El autor hace uso de referencias extraordinarias, así como del efecto sorpresa” (Homero Carvalho).


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