Óscar Colchado Lucio en “Escribir desde dentro”, su último libro, editado por la Casa de la Literatura Peruana y Pakarina, relata detalles del nacimiento de sus novelas y cuentos, de sus primeras lecturas, su inmersión en los mitos y leyendas del país, la visión que tiene de la literatura infantil, las historias de la movida cultural ancashina y las despedidas a grandes amigos como Juan Ojeda y Oswaldo Reynoso.

“Los escritores peruanos somos como mendigos sentados en un banco de mitos”, dice el autor de “Rosa Cuchillo” cuando habla de las cosmovisiones peruanas. Un campo de exploración inacabable en el que se sumergió desde que lo dejó todo para ser escritor.

¿Alguna vez tuvo miedo o dudó al decidir ser escritor por tiempo completo?

No. La verdad es que tenía tanta fe y, sobre todo, desde mis primeros libros, la suerte de tener recepción de parte de los lectores. Eso me ayudó mucho, me alentó.

Esa fe es clave, porque siempre hay un riesgo de que la obra no sea lo que esperamos…

Existe eso. Fui muy osado. Mis primeros libros no los di a leer a nadie y los publiqué así porque consideraba que ya estaban bien. Posteriormente he tenido más cuidados de hacer leer a algunos amigos.

“Rosa Cuchillo” le demoró 15 años, porque quería ver los últimos acontecimientos de esa época. ¿También fue por un tema de estilo, de tono?

Todo. Quise que sea un libro bien escrito, que no le falte nada. Técnicamente muy cohesionado, pero al mismo tiempo que se lea como una cosa bien sencilla. Y escribir en sencillo es muy difícil, requiere una concepción especial. Y, a parte, era muy complicado conseguir datos en esos tiempos, tanto por la historia real y la ficticia. Quizá por eso demoró bastante.

Había escrito otros que eran los precedentes a este gran libro…

Sí, siempre he tenido una predisposición por lo esotérico, lo mágico, lo maravilloso.

Recogiendo tradiciones nuestras…

Eso me ha devenido mucho tiempo hasta reunir esas piezas sueltas. Porque en la parte mágica, maravillosa, de la novela, casi no había nada coherente, una cosa escrita por sociólogos, antropólogos, etnólogos sobre cómo era el mundo del más allá desde el pensamiento andino.

Ahora se ve una revalorización de nuestra identidad no solo en la literatura sino en el cine, las universidades...

Claro. Quizás esto es a nivel mundial. Por ejemplo, Tolkien, con “El señor de los anillos”, ha reconstruido toda una mitología del pueblo inglés y añade mitos de los griegos, de otras culturas. Él arma una mitología que pertenece a la mitología universal. Y si nosotros investigamos un poco más, nos podemos dar cuenta que somos muchos más ricos que los griegos, en cuanto a mitología.

“Los escritores peruanos somos como mendigos sentados en un banco de mitos”…

Es cierto. Nosotros somos ricos en mitologías pero muchos escritores les han dado la espalda. Pero ahora hay gente que está rescatando muchos mitos, leyendas. Pero no solo se trata de reescribirlos tal como uno los ha escuchado, no dejarlo en la antropología, sino que hay que revalorarlos, darles un carácter de arte mayor.

¿Se puede hablar de un “boom” de este tipo de narrativa?

Sí, a nivel de provincia se está haciendo mucho rescate de la mitología peruana. Aquí en Lima también hay mitos, leyendas. Desde Pizarro no empieza a surgir Lima, sino que antes tuvo curacas, gente que ha dejado tantas ruinas arqueológicas. Rescaté eso en “Cholito en la ciudad del Río Hablador”. Nos hace falta hacer conocer a nuestra juventud. Ser universales pero también mantener nuestra marca de identidad.


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