“Cien cuyes” (Alfaguara, 2023) de Gustavo Rodríguez es un libro sobre cómo se puede partir de la vida lejos de la resignación, en el camino de la pregunta que se hizo Cesare Pavese en “El oficio de vivir”: “¿por qué no se busca la muerte voluntaria, que sea una afirmación de libre elección, que exprese algo? ¿En vez de dejarse morir? ¿Por qué?”.
En la novela del escritor peruano, los adultos mayores deciden hacer de la muerte el “acto más importante” de sus vidas, como escribió el poeta italiano en su diario íntimo, y no esperar a que llegue de manera “natural” a pesar de las ineludibles despedidas y el malsano paso del tiempo físico y emocional.
La obra ganadora del Premio Alfaguara de Novela 2023 tiene a la eutanasia como tema transversal que marca sus hechos esenciales. Una cuestión social que, en el Perú, ha tenido su primer debate con el caso de Ana Estrada y su pedido de una muerte digna.
El libro tiene su propuesta y, en ese terreno, abre las posibilidades de explorar el conflicto sobre los actos de Eufrasia y los ancianos de “Los siete fantásticos”, así como doña Carmen y el doctor Jack Harrison, a quien el autor le dedica la historia, con un epígrafe de Petrarca: “Una bella muerte honra toda una vida”.
EUFRASIA
“Cien cuyes” empieza y termina con Eufrasia Vela, una trabajadora del hogar que cuida a doña Carmen, quien, primero, perdió la vista al mar por el avance inmobiliario del distrito acomodado de Miraflores; luego, las ganas de vivir.
Así es cómo se compone, de a pocos, la división y algunas conexiones entre ambas, no solo por sus realidades socioeconómicas —Eufrasia vive en San Juan de Miraflores y es de Simbal, Trujillo— sino también por la edad.
Después de la muerte de Carmen, Eufrasia conoce a Harrison y, al poco tiempo, se encarga de ayudar al grupo de amigos que se refugian en la memoria y la risa —que se diluye con facilidad hacia a la tristeza— para soliviantarse como una resistencia ante la rudeza de la vejez.
El prolífico campo para ahondar en los conflictos entre la visión del mundo de Eufrasia y de los ancianos que cuida se aprovecha hasta que la narración cae en una rapidez para resolver las situaciones claves.
Se pierde una tensión mayor que podría sentir Eufrasia por hacer el trabajo complejo de ayudar a que los ancianos mueran bajo sus deseos. Las dimensiones de la personalidad no toman el color más intenso del miedo, los dilemas morales y religiosos y otros aspectos que habrían enriquecido la propuesta del personaje.
El lenguaje tampoco ayuda al construir el suelo que pisa Eufrasia o la forma de hablar: los escenarios y los diálogos no potencian lo que promete ser la mujer dentro de “Cien cuyes”. Incluso en las atmósferas extremas, la prosa mantiene cierta mesura y prescinde de posibles sombras dentro de las decisiones de Eufrasia. Su logro está en el abordaje sobre el envejecimiento con sus miríada de matices.
OFICIO
Es cierto que hay oficio en la novela de Gustavo Rodríguez: consigue escenas conmovedoras, chispazos de humor, un juego de espejos entre el cine y la vida y un mayor acierto en el retrato de las tesituras del adulto mayor de clase alta.
La muerte es uno de los grandes temas de la literatura, desde siempre, junto al amor, y por eso también es difícil de escribir por las innumerables propuestas que han aparecido antes.
“Cien cuyes” retoma el tópico y le da una mirada reciente de lo que significa morir en el Perú desde los ancianos con recursos: aunque no se dice mucho en la historia del autor, uno se pregunta y se entristece por las circunstancias de las personas mayores que no tienen dinero en el país, atrapadas en la resignación y otros formas menos apacibles de partir.
Para eso también está la creación literaria: el libro genera reflexiones y pone en la palestra una realidad de la que se habla poco y que, por lo general, se ignora en Lima, una sociedad nihilista como la Francia del futuro que plantea Michel Houellebecq en “Aniquilación”.
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