La periodista mexicana Sanjuana Martínez examina en su último libro, "Soy la Dueña", el ascenso y caída de Angélica Rivera, la primera dama mexicana que pasó "de heroína a villana".
En la campaña para las elecciones presidenciales de 2012, Rivera "parece que le otorgó millones de votos a Enrique Peña Nieto", su esposo, pero con la llegada al poder "empieza a hacer una ostentación de riqueza, de acumulación de bienes raíces, joyas, vestuario", afirma en entrevista con Efe la autora mexicana (Monterrey, 1963).
El libro recorre la vida de Rivera a lo largo de tres apartados. El primero se centra en el inicio de su carrera artística, desde que llegó a los 14 años a Televisa; el segundo abarca su vida profesional y el tercero ahonda en el cambio que experimentó al casarse con Peña Nieto.
La actriz mexicana, conocida por sus papeles en telenovelas como "Destilando amor" (de donde salió el sobrenombre con el que también se la conoce, "la Gaviota"), "era la heroína y posteriormente se convierte en una villana", resume la periodista.
Uno de los principales puntos en los que Rivera no coincide con sus predecesoras es en su labor social, al no involucrarse en el trabajo del Consejo Consultivo del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), del cual es presidenta honoraria.
El pueblo se dio cuenta de que "no hizo el trabajo social por los más desfavorecidos o los grupos vulnerables", mientras lucía en sus viajes lujosos vestidos, zapatos y joyas de miles de pesos.
Asimismo, "se dedicó a acumular riqueza, a comprar propiedades, no en México, sino en EE.UU., particularmente en Miami", que es "el mayor lavadero de dinero" de los gobernantes latinoamericanos.
Para Martínez, quien ha investigado las relaciones entre Rivera y supuestas empresas fantasma para sus adquisiciones en Miami, en el caso de la pareja presidencial -también protagonistas del escándalo de la llamada Casa Blanca- "no hay límite".
"Ella pertenece a una clase media (...) y de pronto se convirtió en una mujer millonaria, que fue capaz de pagar su departamento de Miami un mes y medio después de casarse, (...) si eso no significa poder político y enriquecimiento ilícito, ¿entonces qué es?", se pregunta la autora.
Uno de los muros que Martínez encontró en su investigación fue el del silencio: "Nadie quiere enemistarse con Televisa", grupo televisivo con "poder absoluto" del que tanto Peña Nieto como Rivera son "producto".
La primera dama "ha probado las mieles del poder", y por eso se pueden encontrar casos como el de la actriz Verónica Castro, que "lleva congelada nueve años" porque "se atrevió a hablar y criticar la anulación del matrimonio religioso" entre su hermano, el productor José Alberto Castro, y Rivera.
La autora, responsable de otras investigaciones como "La cara oculta del Vaticano", subraya que el puesto de primera dama es uno de los "menos transparentes" de la Administración, por lo que hay datos que permanecen en la sombra, como cuánto gasta Rivera en vuelos, en seguridad o en comidas.
Destaca además que, pese a ser muy activa en las redes sociales, las cuentas de Facebook y Twitter de la primera dama desaparecieron un día repentinamente, "porque es donde más recibía el odio de la gente".
La periodista considera que, actualmente, Rivera hace una "representación" de su rol como primera dama, aunque se puede ver desde fuera que forma parte de "una pareja que tiene problemas conyugales".
Como ejemplos pone los desencuentros y gestos de "desprecio" que han captado las cámaras en visitas oficiales de diferentes mandatarios extranjeros.
"Nos vamos a dar cuenta si todo esto fue un 'show' mediático para llevarlo (a Peña Nieto) a la Presidencia, si ellos siguen juntos o si se separan después de que termine el sexenio", se plantea la autora.
Pese a haber abandonado hace años los escenarios, Rivera -sostiene Martínez- "nunca dejó de actuar".