La académica mexicana Tania Favela investigó y reflexionó sobre el espacio donde anida la poesía de José Watanabe, con sus influencias orientales, occidentales y populares, Laredo, las idiosincracias de sus padres, la manera de afrontar la vida y el transcurrir de su época y el pasado peruano.
Además, en El lugar es el poema. Aproximaciones a la poesía de José Watanabe (APJ, 2018), la publicación de una parte de su tesis de doctorado, Favela muestra cómo Watanabe, con su poesía, encuentra un lugar propio desde donde hablar y cómo los lectores del autor de Cosas del cuerpo y Álbum de familia pueden encontrar en sus versos “un espacio desde donde pensar”.
¿Qué encontraste en la poesía de Watanabe que te llevó a estudiarla más a fondo?
Todo lo que pensaba de la poesía no concordaba con lo que hacía Watanabe. Pensaba que la poesía no debe tener una acción narrativa, una historia ni estar cerca de las fábulas o parábolas. Yo tenía una visión muy particular de la poesía y Watanabe rompió ese esquema. Eso me gustó. De pronto, me di cuenta de que la poesía es mucho más abierta y que cada poeta construye su mundo, su lengua, su manera. Y por eso empecé a estudiarlo, porque quería ver cómo estaba construyendo su obra.
¿Cuál fue la motivación de publicar esta investigación como libro?
Cuando haces un trabajo de doctorado, la tesis se queda guardada. No la lee nadie. Ya el hecho de que salga en libro una parte de la tesis publicada es una posibilidad de que el trabajo se lea y que salga a la luz. Y que se publique en el Perú me emociona y también me asusta. Aquí los peruanos conocerán mucho más a fondo las cosas que yo investigué desde México y afuera. Sin embargo, me da gusto que salga aquí.
Dejando de lado la tensión que implica una síntesis cultural, con sus múltiples influencias, ¿cómo Watanabe consigue un lugar propio con su poesía?
Lo que logra Watanabe es realmente una armonía frágil, porque realmente no es fácil conseguir que esos aspectos se integren. Pero él lo consigue, aunque siempre hay una grieta, algo que está a punto de romperse. En la poesía de Watanabe hay elementos muy bellos pero que no son solo eso, sino que siempre se siente una especie de ironía, sarcasmo, escepticismo que rompe con esa integración total. Él encuentra su lugar en el poema y también hace del poema un lugar.
¿Cuánto aporta a la literatura que Watanabe sea un contrapeso de su época y no un espejo?
Cuando leía a Watanabe, también estaba revisando a los poetas de su generación, como los de Hora Zero y Estación Reunida. Watanabe no entra en ese discurso, porque finalmente ahí había un discurso más político. Él va por otro lado, y sucede lo mismo con Basho, de quien habla mucho. Hay toda una época en que Basho no está reflejando sino dándole la espalda a eso y haciendo otra cosa. Pero, finalmente, se filtra, porque lo que está pasando se percibe de una manera distinta, más discreta. Aparece y desaparece. Creo que eso está bien. El poeta debe crear un modelo distinto, no decir lo que está pasando. No hacer de su poesía una propaganda. No quiero decir que los compañeros de Watanabe hicieran eso; son poetas buenísimos, cada uno en su estilo y su manera. Pero creo que Watanabe encuentra un lugar distinto desde donde hablar.
¿Por qué es importante seguir leyendo a José Watanabe?
La poesía, en general, abre muchas posibilidades de ver el mundo desde otros ángulos en este mundo tan mediatizado. La poesía te da otro espacio distinto desde donde pensar. Y leer a Watanabe es justamente eso: encontrar un espacio desde donde pensar, un ojo crítico. Leer poesía es un replanteamiento de tu relación con el mundo, con los otros, de la misma condición humana. El poeta logra, y Watanabe lo hace muy bien, abrir una especie de ventana distinta para entender el mundo. Es sano leer poesía, nos nutre como un alimento distinto que nos da, en general, los medios, todo eso que de alguna manera es apabullante. Y también hay espacios de silencios en Watanabe que también nos falta en medio del ruido. En la poesía de Watanabe hay un espacio de silencio, de reflexión, como una pausa.