Libro
Libro

En una actualidad donde la autoficción peruana solo se mira el ombligo, los cuentos de “El niño de La Arboleda” confirman que se puede narrar desde lo cotidiano y las experiencias personales para mostrar el abismo y las salvaciones de la vida.

El narrador abre su corazón, pero no solo habla de sí mismo: evita el morbo vacío de solo mostrar secretos y vivencias turbias.

Nos muestra, sobre todo, que la literatura es una forma de sentir y saber que las miserias de los personajes también son las nuestras.

No cae en el fácil malditismo ni hace una apología del fracaso o el pesimismo. Como Pedro Novoa y Oswaldo Reynoso, retrata el núcleo de lo terrible en una sociedad, entre sus placeres y desconsuelos, con una mirada honesta y cruda.

“El niño de La Arboleda”, de esta manera, continúa la exploración que el escritor arequipeño ha hecho sobre la familia, el amor y sus quiebres, la paternidad tan doliente y conflictiva, el alcohol y otras adicciones, el machismo que mutila y asfixia, la política que nos arruina.

Por el vértigo, la desesperación, los excesos y una particular esperanza, los cuentos nos llevan a pensar que el narrador se juega la vida en cada diálogo y frase.

Mazeyra cuenta lo que Charly García canta en “Cerca de la revolución: “lo que fue hermoso será horrible después”. Porque la vida, con encanto y desolación, suele ser un paisaje a punto incendiarse, un rostro con cicatrices. Se camina al filo, pero se vive con intensidad.

Pesopluma / 140 Páginas


El autor

Orlando Mazeyra G. (Arequipa, 1980)

Escritor e ingeniero. Ha publicado “Mi familia y otras miserias”, Inmunidad de rebaño”, “Bitácora del último de los veleros”, entre otros libros.