Partidos con tinte político a lo largo de la Copa del Mundo (FOTOS)
Partidos con tinte político a lo largo de la Copa del Mundo (FOTOS)

Lo que  hizo a la una de la tarde con 12 minutos del 22 de junio de 1986 fue más que una simple anotación. “De noche, tengo pesadillas pensando en aquel gol”, recordó casi 30 años después Peter Reid, uno de los jugadores ingleses esquivados en la cancha del Estadio Azteca. El ataque argentino fue letal. Quienes vieron al “10” albiceleste burlar también a los futbolistas Peter Beardsley, Terry Fenwick, Terry Butcher y al portero Peter Shilton sintieron una suerte de revancha.

El periodista argentino Andrés Burgo, autor del libro El partido -referido al encuentro entre Inglaterra y Argentina en México 86-, cuenta que, si bien los jugadores antes del partido nunca hablaron del tema Malvinas, “la tensión estaba; era imposible rechazarla”.

El 2 de abril de 1982, la dictadura militar que gobernaba Argentina invadió las islas Malvinas, cuya soberanía disputaba al Reino Unido. En solo cuestión de dos meses, los británicos derrotaron a las inexpertas tropas sudamericanas. Cuatro años después, una victoria de 2-1 y el pase a semifinales ayudaban a los argentinos a pasar el trago amargo de la guerra.

En los Mundiales, las rivalidades extradeportivas y las posturas políticas entre países suelen pesar. En la Copa de 1974, por ejemplo, la República Federal Alemana se enfrentó a la comunista República Democrática Alemana. Ocurrió en la fase de grupos. El 22 de junio (esa fecha otra vez), en el estadio de Hamburgo, el grito de gol se oyó al minuto 77. “¡1-0 a favor de Alemania! ¿Pero cuál Alemania? ¿La mía o la mía?”, relata el nobel Günter Grass en su libro Mi siglo. El escritor asegura que el gol de Jürgen Sparwasser tuvo “sentimientos encontrados”.

El propio Sparwasser llevó como una carga su momento de gloria. Su gol se convirtió en propaganda en su país: representaba la victoria del comunismo sobre el capitalismo. “Si en mi lápida pusieran ‘Hamburgo, 1974’, todos sabrían quién yace debajo”, dijo alguna vez. Así de famoso era. No obstante, más de una vez confesó que la anotación le trajo más problemas que alegrías. “Los rumores decían que fui ricamente recompensado por el gol, con un auto, una casa y un premio en dinero; pero eso no es cierto”, manifestó. Cansado de todo, en 1988, aprovechó un partido de veteranos en Alemania Occidental y se quedó a vivir en el lado capitalista, un año antes de la caída del Muro de Berlín y dos antes de que una Alemania -ya reunificada- alzara la Copa en Italia 90.

Otro encuentro entre naciones con políticas antagónicas se dio en Francia 98. Por el grupo F, se enfrentaron -el 21 de junio- Irán y EE.UU. Las buenas relaciones entre ambos países se quebraron en 1979, cuando triunfó la Revolución Islámica, la cual derrocó al shah Mohammad Reza Pahleví, monarca apoyado por Reino Unido y EE.UU.

En Irán se instaló una teocracia republicana que dio al país norteamericano el apelativo de la “Gran Bestia”. Con esa carga político-religiosa, ambas escuadras salieron a la cancha.

Aunque la tensión se relajó con una foto en la que los dos equipos se abrazaban, el pitazo final puso de manifiesto que el aspecto extradeportivo pesaba y bastante. Irán ganó 2-1. Sus jugadores lloraron y hasta dieron una vuelta olímpica. Se sentían campeones del mundo. Sin embargo, ninguno de los dos equipos pasó de la primera fase.

Dictaduras en juego. El 10 de junio de 1934, 50,000 almas coreaban, en el Estadio Nacional del Partido Nacional Fascista, en Roma, el himno italiano con el brazo en alto. Era el día de la final. Italia se enfrentaba a Checoslovaquia.

Se dice que el dictador Benito Mussolini tuvo un breve diálogo con el presidente de la Federación Italiana de Fútbol, el general Giorgio Vaccaro. “Italia debe conquistar el campeonato”, dijo Mussolini. “Por supuesto, Duce; haremos todo lo posible”, contestó Vaccaro. “No me ha entendido, Vaccaro. Italia debe ganar. Es una orden”, replicó el líder fascista.

Cuentan que el verdadero mandato era “vencer o morir”, y que el portero checo, Frantisek Planicka, se apiadó de sus rivales y les salvó la vida dejándolos anotar los dos tantos que les dieron la victoria de 2-1.

Pasaron 44 años para que surja otra leyenda negra. Durante el Mundial Argentina 78, el dictador Jorge Videla entró al vestuario de Perú antes del encuentro de nuestra selección con los locales. Argentina necesitaba ganar por 4-0 para clasificar. Venció 6-0. Se ha especulado sobre intimidación o presión gubernamental (recuérdese que en Perú también se vivía una dictadura de derecha liderada por Francisco Morales Bermúdez).

Este mundial. En , hay países con antagonismos marcados, como Arabia Saudí e Irán (sus diferencias religiosas dentro del islam los han hecho rivales geopolíticos en Medio Oriente), o Croacia y Serbia (naciones que surgieron de la guerra entre territorios de la antigua Yugoslavia). De llegar enfrentarse (no lo hacen en la fase de grupos), es posible que las diferencias extradeportivas empañen la fiesta del fútbol.