Especialistas recomiendan mejorar, ampliar la oferta y asegurar que quienes ya tienen una cuenta la usen con mayor frecuencia (Foto: iStock)
Especialistas recomiendan mejorar, ampliar la oferta y asegurar que quienes ya tienen una cuenta la usen con mayor frecuencia (Foto: iStock)

Un empujón importante le ha dado la pandemia del COVID-19 al proceso de digitalización, en particular a los esquemas de pago online en el país, lo cual ha decantado en el avance del ecosistema de inclusión financiera.

“Hoy, hay más productos financieros, servicios disponibles y distintas formas y lugares en el mercado para usar medios digitales. El heladero, el vendedor de la bodega o el repartidor de gas ya usa Yape o Plin, entre otras aplicaciones móviles, lo cual lo hace mucho más atractivo”, refiere Carolina Trivelli, economista y exministra de Desarrollo e Inclusión Social.

Comenta que, en este contexto, las billeteras electrónicas han tenido una evolución importante, y se estima que hay entre 8 millones y 10 millones de clientes, al igual que los códigos QR, una de las innovaciones más efectivas para sumar comercios y proveedores.

Definitivamente, asegura, la brecha de la inclusión financiera se ha acortado y de manera importante, considerando que en el 2019 solo cuatro de cada 10 peruanos tenían un producto financiero. A la fecha, son casi seis de cada 10, pero todavía por debajo de otros países de la región y del estándar mundial.

FINTECH

Para Javier Salinas, director de Emprende UP, no solo la banca tradicional ha tenido un papel importante en este desarrollo, también las fintech han generado, en los últimos cuatro años, una mayor capilaridad de los servicios en zonas rurales, incluyendo a personas naturales y mipymes.

Destaca, igualmente, que tener una Política Nacional de Inclusión Financiera (PNIF), cuyo plan de acción se aprobó el 2020, sin duda ayuda mucho porque tiene objetivos claros y traerá más iniciativas a favor.

Pese a la positiva evolución, Trivelli indica que hay que seguir trabajando en mejorar y ampliar la oferta de productos (billeteras, cuentas digitales, etc.), pero, sobre todo, en asegurar que quienes ya tienen una cuenta la usen con mayor frecuencia. Este es el mayor desafío porque se avanza más rápido en proveer acceso que en generar un uso sostenido.