Fidel Medina: "“Vendemos en promedio ochenta pasteles al día”"
Fidel Medina: "“Vendemos en promedio ochenta pasteles al día”"

Han pasado cinco años desde que Fidel Medina decidió cambiar el saco y la corbata para vestirse de blanco y vender pasteles. Al comienzo su orgulloso padre sintió decepción y sus amigos le tenían lástima. Sin embargo, hoy en día es responsable de “Tortas Juancho”, una empresa que ya cuenta con 5 locales en la capital.

¿Por qué decides dar ese cambio?

Estudié Ingeniería Electrónica, titulado y colegiado, pero me dediqué desde joven a la docencia. Enseñaba en academias e institutos. Me mandaban a Cerro de Pasco, Huancayo y otras provincias. Casi no estaba en Lima y no pasaba tiempo con mi esposa e hijos. Así que busqué algo que podía hacer sin separarme de ellos.

¿Y cómo eliges la pastelería?

Mi papá hacía algunos pasteles como pasatiempo. Un día llevé una de sus tortas a una reunión y le encantó a todos. Pensé que me bromeaban, pero incluso una amiga me dio dinero para conseguirle una. Entonces tuve mi minuto de revelación y decide vender pasteles.

¿Qué te dijo tu familia?

Lo pensé bien. Me fui a varias pastelerías de renombre para comparar la calidad con las tortas de mi padre. Noté que eran parecidas. Entonces dije: este es un buen producto y lo puedo vender. No pensé en ganar dinero, sino en hacer algo que no me aleje de mi familia. Pese a esto mi padre no lo entendió y me puso una prueba.

¿Cuál?

Trabajar en un restaurante que teníamos y duplicar las ventas. Me paraba en la puerta a ofrecer almuerzo. No fue fácil. Algunos vecinos hablaban a mis espaldas. “Pobre Fidel ahora vende menú”, los escuché decir una vez.

¿Y cómo te fue?

Las ventas aumentaron y pasé a vender pasteles. Al principio se me vino el mundo encima porque vendíamos muy poco, como cinco a la semana.

¿Qué hiciste?

Ofrecía a todo el mundo. A mis exalumnos, antiguos colegas, pero me ayudó mucho ir a los colegios y pegar avisos de clases gratis de matemáticas. Entonces venían los escolares con su mamá para que les enseñe y lo hacía, solo que a cambio les pedía que compren una porción de pastel. Hubo colas largas y poco a poco conocieron el sabor y la calidad de nuestras tortas.

¿Y ahora cómo te va?

Gracias a Dios estamos bien. Estamos presentes en cinco locales y vendemos un promedio de 80 pasteles por día. La idea es seguir creciendo con “Tortas Juancho”, que se llama así por el nombre de mi padre: Juan.

¿Cuál ha sido tu secreto?

El apoyo de mi esposa e hijos. También la ayuda de mi padre, quien hace las recetas e inventa algún pastel nuevo. Además, desde un inicio no me centré en la idea de ganar plata sino de hacer algo bien. El dinero al final es consecuencia de un buen trabajo.

¿Piensas volver a dictar algunas clases?

Ahora enseño solo a mis hijos. Hace 5 años casi no los veía por motivos laborales. Hoy lo más importante es que puedo estar con ellos, mi esposa y toda mi familia. También amo lo que hago ahora y todo esto no tiene precio.

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