Resultar victorioso en un certamen literario no es nuevo para el poeta y narrador Hugo Yuen. En la década del 80 se hizo con el primer lugar del Concurso Internacional de Cuento Ciudad Barbastro de España. Años después, ganaría otro internacional con el Javier Heraud por su elucubrada poesía.
Sin embargo, no pudo despegarse del sueño, como en el cuento El dragón de Monterroso, cuando se enteró temprano, hace dos días, que había obtenido el Premio Copé Oro de Novela por su obra El laberinto de los endriagos. Este premio y promoción cultural está a cargo de Petroperú.
Esa mañana se despertó, leyó el comunicado a través de una computadora y se fue al trabajo, me cuenta Yuen, pero en su cabeza aquella noticia seguía siendo todavía un eco difuso. Horas después, tras las felicitaciones de amigos y familiares, pero todavía sereno, Hugo se dio cuenta de que escribir es lo más gratificante que le ha dado la vida. En palabras suyas: «Si hay un paraíso, este debe tener un escritorio».
Usted trabajó en las oficinas de Diario Correo de Arequipa tiempo atrás. Sí, cuando Mauricio Bouroncle y César Lengua estaban en la redacción, allá por los 80. Yo era lo que llamaban un “redactor de cocina”, porque me dedicaba a ajustar los tamaños de los textos en las hojas madre, cosa que ahora se hace en computadora. Pero en ese entonces era muy difícil. También era corrector de estilo.
El laberinto de los endriagos es solo una parte de un conjunto de novelas. Es una tetralogía conformada por dos precuelas, que están antes de El laberinto de los endriagos, y una secuela que la sucede. Todas son obras inéditas.
Entonces hablamos de una saga, ¿cómo se concibió la idea? Surgió hace 30 años. Al principo, era una historia muy puntual, pero luego se fue expandiendo al punto de que las personas empezaron a tomar conciencia propia y eso, naturalmente, no podía caber en una historia corta. La saga se desenvuelve en escenarios como Madre de Dios, Arequipa, Lima, pero sobre todo en la selva, desde el siglo XV hasta las últimas décadas del siglo XX. Es una gran mosaico de historias paralelas, encadenadas entre sí, que abarcan 5 siglos. Tomé mucho del realismo que Vargas Llosa infunde en sus obras, pero decidí que estas historias podían tener un plus fantástico, extraño y singular.
¿Como el realismo mágico? Exactamente. Sabía que con ese agregado la novela iba a coger nuevos aires y la ayudaría a nadar por su cuenta, a crear su propio camino.
¿Qué hay en El laberinto de los endriagos? A primera impresión, es la historia de los lavaderos de oro en Madre de Dios. Pero desde otra óptica es un relato caleidoscopio, un mosaico que articula un solo paisaje colectivo de todo el desorden allí existente. Pero también es una historia sobre los descastados del país, de los derrotados, de los históricamente marginados. Es una historia contada desde el punto de vista de los rendidos, pero narrado en clave, con ayuda del realismo mágico. Y, aunque no lo creas, me tomó alrededor de un año escribirla.
Es un tiempo muy corto, ¿en qué año la empezó y bajo qué régimen? La empecé en 2013 y la concluí en 2014, obviamente. Escribí la novela siguiendo pautas que había aprendido previamente, pero luego me dejé llevar, hasta experimenté la escritura automática que, como comprenderás, no es un mal síntoma. Yo escribo todo los días un promedio de 10 paginas y corrijo al final de la jornada. En las noches, había ocasiones en las que me sentaba con la idea de escribir un par de horas y cuando me daba cuenta, ya era de madrugada. Sin embargo, escribir es una actividad placentera. La literatura es como una novia celosa, no puedes dejar de pensar en ella, ni siquiera cuando andas por la calle. Siempre te dan ganas de hacer algún apunte cuando la historia que tienes en la cabeza no te deja en paz.
¿Qué autores influenciaron su trabajo? Siento un gran amor por los escritores del Boom Latinoamericano. García Márquez, Vargas Llosa, Carpentier, Borges o la poesía de Octavio Paz. Entre los contemporáneos está William Ospina, un colombiano fuera de serie, él comenzó como poeta y luego como novelista, es un gran referente. También está el norteamericano William Stayron, que marcó mi narrativa durante décadas. El centroamericano Junot Díaz, otro contemporáneo, con su prosa centroamericana llevada al delirio. Roberto Burgos con El patio de los vientos perdidos. Y no podía dejar de mencionar al peruano Eduardo Jorge Benavides con El enigma del convento.
- 1 año le llevó escribir la novela El laberinto de los endriagos
- VI Bienal de Novela Copé es la edición en la que Yuen ganó el Oro
- 1964 año de nacimiento del talentoso poeta y narrador