Día del Periodista: "Jamás se comparte una primicia "
Día del Periodista: "Jamás se comparte una primicia "

Nació en 1950 en Mollendo (Islay- Arequipa), apenas había cumplido los 17 años cuando llegó a sus manos un diploma que lo reconocía como Periodista, luego de seguir un curso por correspondencia dictado por la Difusora Panamericana de EEUU. Eran otros tiempos, y las escuelas de comunicación no estaban siquiera proyectadas en las universidades.

Desde entonces ha contabilizado su experiencia y cayó en la cuenta de que su vida entera ha estado dedicada a la prensa, en medios de comunicación y en instituciones públicas. El mayor de sus aprendizajes se resume en que un periodista no puede, ¡jamás!, compartir sus primicias, ni siquiera con sus más grandes amigos de tertulias interminables.

Ganado por la emoción, Bernardino Rodríguez Carpio, exdirector de Diario Correo, comparte, en el Día del Periodista, los pasajes más entrañables de su agitada vida.

¿Fue una decisión ser periodista o una casualidad como puede ocurrirle a tantos? El periodismo nació en mi a los 7 años. Periódico que llegaba a mis manos lo recortaba para pegar las noticias con fotos en la pared. En el Colegio Nacional Deán Valdívia dirigí el club de prensa, y antes de concluir la secundaria ya trabajaba en Radio Mollendo, dirigiendo el noticiero de la noche, aunque sin recibir pago alguno.

¿Y cómo llegó a Arequipa? En 1968 leí un aviso en el diario El Pueblo, pedían redactores para un diario nuevo, Eco, envié una carta y me aceptaron, pero como no terminaba el colegio todavía, esperé un poco y el 1 de enero del año siguiente entré a trabajar con Jorge Moral, a quien considero un maestro. Eco cerró pocos años después, en 1971 me convocó a Correo don Carlos Meneses Cornejo, y bajo su dirección empecé a laborar como redactor deportivo, aunque 24 horas después, me pasó a locales. Me promovieron a jefe de informaciones en 1975, luego a jefe de redacción en 1980, y ese mismo año asumí la dirección.

Luego emprendió carrera en cargos de confianza del gobierno aprista. ¿Fue fácil tomar ese camino? Mis vínculos con el APRA nunca me hicieron parcializarme a favor o en contra. Mi vocación fue siempre gremial, en Correo presidí el círculo de periodistas, pero también fui secretario general del sindicato de trabajadores. Cuando me retiré, el sindicato me entregó un reconocimiento de manera que eso dice mucho. Lo propio cuando el Sutep de Horacio Zeballos Gámez me entregó un reconocimiento.

¿Y cómo le fue con el gobierno de Alan García? Me convocó Luis Alberto Sánchez para ser director de prensa del Senado que él presidía. También fui asesor de prensa en Palacio, en el primer gobierno de Alan García. Pasé por las agencias de noticias UPI, Reuter y Andina, también ejercí como freelance y columnista hasta hoy.

Su nombre está en el acta de fundación del Colegio de Periodistas de Arequipa. Efectivamente, en 1982, junto a otros colegas, luchamos para que se creara, y fui distinguido al ser elegido primer decano. También ejercí como decano nacional en el año 1988, un orgullo para mí.

¿Cómo debe ser un periodista para ser calificado como “bueno”? Hemos tenido un salto tecnológico muy grande y el periodista debe estar familiarizado con los cambios para no quedarse, eso es definitivo. En el aspecto ético, ha habido un retroceso. Antes uno era fiel a su medio de comunicación y de ninguna manera se permitía compartir las primicias ni intercambiar datos. Éramos muy amigos, muy bohemios, pero entre toda esa bohemia, respetábamos el derecho a nuestras propias noticias, sin comentarios.

¿Cuál fue su reportaje más espectacular? El de 1972, cuando se hundió el barco inglés Levern Bank con tripulación de India, frente a las playas de Mollendo. El mar estaba embravecido y nadie podía pasar, pero cuando ordenaron enviar un remolque con el fin de dar ayuda a la embarcación, me metí porque había gente que me conocía, mientras desde tierra tomaba fotos Jorge Esquivel. Tuve la primicia, así que en esos tiempos las noticias no iba por internet, alguien las tenía que llevar para que se publiquen y llegó Juan Salas Ocharan, en una avioneta para llevar el material. Ese era el nivel de cobertura por entonces, Correo publicó el mejor informe de ese hecho.

¿Y la noticia más horrenda que cubrió? En 1969 para el diario Eco, fue la explosión en Congata de la fábrica Dinamitas del Sur, había restos humanos desperdigados por todos lados.

¿Y su momento más difícil? En el Colegio de Periodistas en Lima, yo era decano e ingresaron los terroristas. Me hicieron arrodillar, uno de ellos me puso el revólver en la cabeza y cuando iba a disparar, otro que entró en ese momento le ordenó que no, y que me encerraron en la biblioteca. Años después, descubrí que la persona que impidió mi muerte era alguien a quien yo le había servido antes.

¿Alguna vez fue detenido? Durante la dictadura de Juan Velasco, descubrí que tenían preso en Arequipa al líder de Acción Popular, Javier Alva Orlandini. La PIP me detuvo todo un día para que no informe; de esa forma pudieron concluir la deportación a Bolivia.