Rafael Yoshua Toledo Dávila es un estudiante del cuarto año de la carrera profesional de Literatura y Lingüística de la UNSA, quien fue recientemente reconocido a nivel nacional por parte del Ministerio de Cultura por su aporte a la región Arequipa. Su proyecto “Entre rejas y sillar” busca revalorar y difundir la música arequipeña. Correo conversó con Rafael a propósito de este lanzamiento.
¿A qué género de música te debes? Compongo música folclórica de todo tipo, pero tengo inclinación por la música de protesta social y la música de ritmo nacional. En mi cabeza está realizar lo mismo que hizo Víctor Jara, Violeta Parra y Mercedes Sosa con su música, pero este primer disco es netamente regional, enfocado sobre todo en la música arequipeña.
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¿Cómo fueron tus inicios en la música? Empecé a tocar la guitarra a los 12 años, pero canto desde mucho antes. Mi madre dice que yo siempre cantaba de niño, inventaba canciones para todo y siempre estaba cuchicheando algo mientras hacía cosas. Esto, más adelante, se convirtió en una especie de habilidad para mí.
¿Por qué estudiar literatura y no una carrera enfocada en la música? Porque considero que toda expresión humana, la cultura, la música, la dialéctica, todo, siempre tiene algo en general que lo mueve y eso es el lenguaje. La música y la literatura son dos tipos de lenguaje, y todo lo que el ser humano comunica lo hace a través del lenguaje, la palabra y las obras. La música, como estudio, te enseña una estructura del orden y la composición, pero la literatura genera un espíritu crítico que está por encima de todas las expresiones.
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¿Quiénes apoyaron la creación de “Entre rejas y sillas”? Fue auspiciada mayormente por el Ministerio de Cultura, gracias a los estímulos económicos otorgados el año pasado. El disco fue producido por Guíame Sur Cultura, a cargo de Fiorella Valencia, también apoyó el editor Ruhuan Huarca, la diseñadora Abril Olarte, además de la pintora Sol Alejo, el productor Christian Valdivia y Jorge Andrés Abarca, quien también me ayudó en la parte musical.
¿De qué trata el disco? Es una producción de música arequipeña. Se inspira en todo lo ya creado, utilizo géneros tradicionales, en su mayoría de la región, pero hay uno en particular que me sirvió mucho, ese es el huaino chuquibambino, con el estilo de “Los Errantes de Chuquibamba”, que tiene mucho de la identidad arequipeña. Como estudio literatura, pude encontrar algunas cosas muy interesantes sobre la música arequipeña que se han ido perdiendo y que aquí intento rescatar, una de ellas es el Baile del Pañuelo, que es antecesor de la marinera, además de un pasacalle tradicional de principios del siglo XIX, que era una serenata para los días de cumpleaños.
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¿Tienes proyectos futuros? Este es solo un comienzo, pero la historia y la música de Arequipa, y muchas otras ramas más, necesitan una revisión rigurosa y mucho trabajo. Mi más grande sueño sería juntar el desarrollo económico con el desarrollo cultural, para generar ingresos para los artistas, para que sean revalorados y tomados en cuenta en la sociedad.