El calificativo popular de “febrero loco” en Arequipa tiene mucho sentido cuando de lluvias se trata. Particularmente, el 8 de febrero marca en el calendario de la Ciudad Blanca muerte a causa de inundaciones agravadas por obras inconclusas en el afán de ganarle espacio al río y las torrenteras.

La Marina. En 1989, el miércoles 8 de febrero, una lluvia cuyos valores alcanzaron los 110 litros por m2 tornó vigoroso el río Chili y lo convirtió en un arma mortal, hecho que fue agravado por la obra inconclusa del Puente Bajo Grau, que taponeó el cauce e hizo desbordar las aguas sobre la avenida La Marina.

Fue noticia mundial y como culpable directo se señaló al alcalde Luis Cáceres Velásquez, quien se empeñó en ejecutar el puente Bajo Grau en temporada de precipitaciones.

Ese no fue precisamente el año más lluvioso en la ciudad. Si revisamos los registros del Senamhi, encontramos precipitaciones más copiosas en los años 1963, 1972 y 1973. Para ir hacia adelante, el 18 de febrero de 2012, llovió 130 litros por m2, por encima de los valores de aquel 1989.

El viernes 8 de febrero de 2013, desde las 14:20 horas, una lluvia que alcanzó 120 litros por m2 colmató la torrentera de la avenida Venezuela arrastró desmonte desde las partes altas de Mariano Melgar y Miraflores, y el huayco se estrelló contra una obra inconclusa en el intercambio vial de Venezuela-Alcides Carrión.

UNA VÍCTIMA. En el primer caso, murió una persona que fue arrastrada desde la zona de Alto Selva Alegre, pero los daños materiales fueron múltiples. Correo graficaba la situación con la palabra ¡Catástrofe! y recordaba que, un día antes de la tragedia, el alcalde Luis Cáceres se mofaba de los destrozos causados por las precipitaciones copiosas del 7 de febrero.

En esa oportunidad, el río salió de su cauce a las 19:40 horas, aproximadamente, inundando en parte las viviendas del Barrio Obrero N° 1. Un hecho curioso fue la salida de truchas, lo que hizo suponer la descarga descontrolada desde el sistema de represas, pero la versión fue desmentida por la Dirección de Agricultura.

Hubo otros dos desbordes anteriores, los días 3 y 5 de febrero. Los daños no fueron mayores, pero era fácil entender la causa principal, es decir, el dique formado por la obra del puente. Ambas situaciones fueron aprovechadas por los ladrones, quienes sustrajeron cemento y tablones del lugar.

Aquel miércoles 8 de febrero, desde el mediodía se desató la lluvia y, cerca a las 14:00 horas, un fuerte estruendo provenía del río Chili. Era una enorme carga de agua alimentada por las lluvias de la zona alta y el cauce de la torrentera de San Lázaro.

El dique en el puente Bajo Grau impidió el paso del lodo y, de pronto, el desborde fue a dar a las viviendas del Barrio Obrero N° 1, La Cabezona, las curtiembres de la zona, el Pasaje del Solar, Quinta Salas, Vallecito y otros aledaños a la avenida La Marina.

El lodo de la descarga cubrió las casas, el agua golpeaba las puertas para ingresar, la fuerza del huaico trasladó inclusive vehículos de una calle a otra, el río se cargó de artefactos, muebles, enseres, y unas 300 familias lo perdieron todo en la zona.

Los daños también se vieron en Juan El Bueno, Los Rosales, La Pampilla, Umacollo, la Facultad de Medicina de la Unsa, el sector de puente Tiabaya, Alata, Tingo y el mercado La Parada; lo propio ocurrió en el distrito de Alto Selva Alegre, especialmente en Chilina.

El prefecto de Arequipa, Raúl Díaz Uré, anunció una denuncia contra los responsables y así lo corroboró el fiscal decano Juan Vela Vela, quien designó una comisión investigadora, mientras los decanos de los colegios de Ingenieros y Arquitectos, Wilder García Martínez y Herbert Mutze Cornejo, respectivamente, culparon el alcalde de ejecutar la obra guiado por un capricho.

Los servicios de energía y agua potable quedaron interrumpidos en casi toda la ciudad. Voceros de la empresa Sedapar anunciaban la inversión de 20 millones de intis para reparar el sistema, pero solo después de 8 días la atención fue restablecida. En tanto, los días anteriores, la población se abastecía a través de tanques cisterna.

Todo este desastre desató una epidemia de fiebre tifoidea. Se registró un promedio de 30 casos a cinco días del desastre y las autoridades culpaban a Sedapar, e incluso exigían la salida de los miembros del Directorio. La versión oficial advertía que el servicio quedaría normalizado a fines de febrero, pero, hasta la primera semana de marzo, algunas zonas aún aquejaban deficiencias.

LINEA TE TIEMPO: TRAGEDIAS QUE LOS AREQUIPEÑOS NUNCA OLVIDARÁN

2 de febrero de 1967
Las torrenteras arrasaron barrios e inundaron casas de las zonas bajas de la ciudad a la altura de un metro, y se interrumpió el servicio eléctrico. El día 9, un huaico cayó sobre la central Charcani IV y dejó a todos sin electricidad.

5 de febrero de 1972
El desborde de las torrenteras ocasionó daños graves, especialmente porque la de San Lázaro se cargó a una altura de 8 metros, al inundarse los cauces invadidos por viviendas en la zona de Alto Selva Alegre.

8 de febrero de 1973
Arequipa fue azotada por una lluvia torrencial que afectó las riberas del río Chili, arrasó viviendas, árboles y vehículos. Las torrenteras ingresaron y la de San Lázaro fue alimentada por el huaico desde Alto Selva Alegre.

8 de febrero de 1989
Una persona falleció al ser arrasada por las cargadas aguas que bajaron desde Alto Selva Alegre al Chili, que se desbordó debido a un dique artificial por una obra inconclusa, e inundó todas las casas y fábricas sobre la Av. La Marina.

12 de febrero de 2012
La lluvia alcanzó valores históricos con 130 litros por metro cuadrado, por encima del promedio de 30 litros y más que en el año 1989, cuando la precipitación alcanzó 110 litros; no obstante, no hubo desastres con pérdidas.

8 de febrero de 2013
Cuatro personas fallecieron al hacer su ingreso 3 torrenteras a causa de la lluvia, cuyos daños más graves fueron en la Av. Venezuela y mercado Productores, debido a la obra inconclusa del intercambio vial El Palomar.