En Arequipa nacieron personajes que dejaron huella como intelectuales, revolucionarios, y demás. Jorge Polar Vargas es uno de ellos y se le recuerda por ser un hombre bastante disciplinado, exigente y coherente con sus acciones. Conversamos con el historiador y escritor Hélard Fuentes al respecto y estas fueron sus respuestas:
Jorge Polar Vargas fue un intelectual arequipeño destacado. ¿Cuáles fueron sus principales aportes para la Ciudad Blanca?
Se trata de un notable personaje de la primera mitad del siglo XIX. Corresponde a una época en que se estructura la base identitaria de la ciudad, es decir, con sus contemporáneos, a través de su trayectoria (que no solo se encuentra en el ámbito de la abogacía o la educación superior, sino la cultura), recogió el sentido de arequipeñidad de su tiempo. Su obra “Arequipa”, reeditada hace algunos años en una versión facsimilar por el Gobierno Regional de Arequipa, constituye un valioso testimonio de la ciudad a fines del siglo XIX y con una proyección latente hacia los años 40 y 50.
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¿El cambio radical que hizo en la UNSA cuando fue rector, considera que fue necesario para mejorar la educación de aquella época?
Su paso por el rectorado, hablando en términos temporales, fue relativamente corto; no obstante, los diferentes periodos en que ejerció dicho cargo. Entonces, en el país se producía en el ámbito universitario, un tremendo debate entre el sentido religioso y la ciencia. Polar era un hombre profundamente católico, como dejan anotar sus biógrafos, Santiago Martínez y María Pajuelo; sin embargo, aquello no oscureció la necesidad de construir una universidad con un pensamiento libre y científico. Su transformación, en realidad es propia, pues a pesar del conservadurismo de la época fue un hombre equilibrado y plural.
Su trabajo como periodista también fue reconocido. ¿En esos años sus escritos fueron de vital importancia para la sociedad?
Todos sus escritos son de vital importancia porque en ellos hay múltiples reflexiones y debates sobre su realidad. Fue una suerte de articulista para diferentes revistas o publicaciones, donde una vez más encontramos la responsabilidad ineludible de recoger opinión sobre los aspectos académicos de su tiempo. Ese mismo talante ostentaba en la literatura y el derecho.
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¿Qué podríamos rescatar de Jorge Polar?
Las investigaciones biográficas y teóricas respecto a Jorge Polar evidencian que una de sus mayores preocupaciones fue la educación, no en vano fue defensor de la educación pública gratuita realizando especial énfasis en las primeras enseñanzas o la primaria. Un aspecto muy demandante en su época, recordemos el problema del analfabetismo de entonces. Por supuesto, si lo observamos desde la óptica de la instrucción.
¿Por qué en la actualidad no tenemos tantos intelectuales como él?
Quizás porque ahora, cada vez, nos encapsulamos más en nuestras ciencias. Falta visión interdisciplinaria. Aunque en realidad, pienso personalmente que sí los hay, por supuesto en su contexto. El problema es que no hemos generado las condiciones para darlos a conocer, difundirlos y valorarlos adecuadamente, a veces por el “discipulado ciego” que no permite desarrollar nuevos cuadros.