A diferencia de otras entrevistas que realizó este periodista, conversar con un payaso fue quizás la más difícil, pues el entrevistador convertía cada pregunta en un chiste y era inevitable aguantar las carcajadas.
Hace unos días pude conversar con Kenyi Japura Cruz (34), más conocido en el mundo artístico como “Chelito”, quien nos reveló esa parte que algunos payasos tienen que esconder cuando salen al escenario, o de un pasado que sin duda ha marcado aquella sonrisa jocosa que hoy muestran a niños y adultos con el único fin de hacerlos reír.
Es cierto, no es fácil esta profesión, pero para Chelito no hay imposibles y hoy quiere cumplir el sueño de llevar su arte a ese Perú profundo, donde miles de niños tal vez nunca vieron a un payaso.
¿Cómo nace su interés por convertirse en un payaso?
¿Quieres que te diga la verdad o la mentira? (risas). Bueno, te explico, cuando yo tenía 5 años no tenía la posibilidad de ver a un payasito, me gustaban pero no conocía a uno, debido a que vivía muy lejos, en el campo.
¿En dónde vivía?
En Chucuito, Puno, ahí no llegaban los circos en aquellos años, más me dedicaba al trabajo de campo, a pastear, hasta que llegué a Lima a los 10 años.
¿Allí vio a su primer payaso?
Sí, fue en una fiesta a la que me invitaron en una casa y me encantó, y dije yo quiero hacer reír a los niños, me emocioné mucho y la idea siguió creciendo cuando pasaban los años.
¿Y cuando se decidió hubo oposición de su familia?
Sí, hubo mucha oposición, mi papá era ingeniero y mi mamá era enfermera, querían que su hijo fuera otro tipo de persona. Tuve que luchar por esta carrera, pero no creas, también estudié otras cosas.
¿Qué estudiaste?
Por mi mamá, Enfermería, también Marketing, unpoc de Derecho y es que era un requisito en mi familia tener un respaldo académico.
¿Pero siempre quisiste ser un payaso?
Cuando tenía 17 años me escapaba a los circos, trabaja en ellos, y así comenzó mi historia.
¿Es difícil ser payaso?
Bueno, por un lado sí y por el otro también (risas), pero me siento orgulloso de este arte.
¿Cómo llegó a Arequipa?
Comencé a viajar y me tocó actuar en Arequipa. Me quedé aquí 8 años.
¿Cómo enfrenta a la sociedad como payaso?
Digamos que las personas piensan que ser payaso es algo mal visto, pero es diferente, es llevar mucha alegría y arte, y yo lo he tomado como una profesión, inclusive tuve que aprender a tocar varios instrumentos y a realizar malabares.
¿Cuánto tiempo le toma convertirse en su personaje?
Para maquillarse mínimo sus 40 minutos, pero a veces al toque (risas).
¿Cómo se prepara para cada rutina?
Para crear una me encierro una semana, alistó música, diálogos y todo.
¿Está casado, soltero o tiene pareja?
Soltero, estoy enamorado de mi país (risas), es que como paro viajando siempre salgo con el corazón roto y no se puede (risas).
¿Y las chicas que dicen de usted?
Yo las atraigo más como payaso que como persona (risas).
¿Qué sueño tiene a futuro?
Sueño con dormir bien, levantarme temprano y vivir (risas).
¿Qué te gustaría ser más adelante?
Salir del Perú con mi arte y ser un payaso reconocido como el Joker (hindú).
¿Ha viajado a ese Perú profundo que comentaba al principio?
Te comentó que yo junto a mis amigos nos vamos a casas hogares, viajamos a la sierra para llevar shows gratuitos a donde no llega la sonrisa. Quiero llevar alegría a los niños que no conocen a un payaso.