El panorama político se va calentando frente a las nuevas elecciones presidenciales y todavía las reglas del juego están en discusión. El decano de la Facultad de Derecho de la UNSA, Alberto Indacochea Mostajo, nos expone una nueva propuesta elaborada por los propios catedráticos.
¿El sistema electoral requiere reformas?
Así es. Hoy la reforma electoral se está dando técnicamente sobre aspectos de dinero que le interesan a los partidos, sobre la transparencia de los ingresos, pero no sobre aspectos medulares como es la no reelección, tal como se hizo en los gobiernos regionales.
¿Cuál es la propuesta que han presentado como universidad?
La Ley Electoral debe sufrir algunas modificaciones como la renovación por tercios que significa que el Congreso, cada cierto tiempo, va renovando los miembros permitiendo un cambio de mentalidad porque van saliendo personas que han cumplido su mandato y van a ingresando otras. En primer lugar, hay un número de 130 congresistas. Un tercio se renovaría a mitad de gobierno y entraría un nuevo grupo para equilibrar los poderes.
¿Cuáles son sus ventajas?
Facilitaría el juego democrático. Mediante la regulación de poderes habrá el control por parte de las minorías. El gobierno de turno logra tener mayoría en el Congreso y el Ejecutivo y a mitad del periodo se va desgastando como lo que ocurre con Ollanta Humala y casi al terminar el gobierno la mayor parte de congresistas se han cambiado de partido, ya los miembros o los congresistas lo único que buscan la reelección política.
¿Con la renovación por tercios se garantiza a la ciudadanía a tener más voto?
No, lo que se pretende es que ingresen congresistas de oposición y salgan los congresistas del oficialismo, entonces se ejecuta un control, lo que permite que la mayoría se iguale con la situación de la minoría.
De aplicarse este sistema ¿qué pasaría con los congresistas?
Ya no tendríamos congresistas eternos como Mauricio Mulder, Johny Lescano, entre muchos otros. Eso generaría más participación y se evitaría tener caudillos garantizándose así un juego democrático, es decir que los partidos tengan que ingresar por riguroso orden.