El llanto y el sufrimiento de familiares y pacientes con COVID se siente desde hace meses en el nosocomio Honorio Delgado. (Foto: Correo)
El llanto y el sufrimiento de familiares y pacientes con COVID se siente desde hace meses en el nosocomio Honorio Delgado. (Foto: Correo)

Mientras un grupo de enfermeras reclamaban frente a las carpas instaladas fuera de la sala de emergencia del hospital Honorio Delgado que ya albergaba pacientes afectados por el nuevo coronavirus, una señora de 80 años dejaba de respirar al interior del auto en el que fue auxiliada por su hijo llamado Moisés. Nadie le dio atención. Ni los médicos que había en Triaje, ni las protestantes la asistieron.

En cuestión de segundos un equipo humanitario del hospital la guardó en una bolsa negra y dos fumigadores rociaron abundante desinfectante a ella y al auto en había llegado al hospital sin que la protesta cesara.

Los reclamos ni siquiera dejaron de escucharse a pesar del llanto de Moisés que acompañó el traslado de su madre muerta al área de Patología.

TRAGEDIA

Una hora antes, la madre de Moisés había llegado viva al hospital donde una gran cantidad de pacientes aguardaban su turno para ser atendidos.

Para agilizar su diagnóstico, recomendaron que se hiciera una placa radiográfica en un centro particular y al retornar sucumbió en el asiento posterior del taxi por la falta de oxígeno en sus pulmones.

Vivía en Paucarpata, uno de los distritos más golpeados, (aún lo es), con los contagios de la COVID-19.

Aquellos días, la situación en la que estaba sumergida la ciudad era crítica. Los pacientes amanecían en la puerta del hospital buscando ser atendidos y pasando horas e incluso días conectados a balones de oxígeno en carpas improvisadas, sillas de ruedas sobre cartones y en sus propios vehículos buscando sobrevivir para no pasar por la amarga experiencia que vivió Moisés.

No había suficientes camas ni oxígeno, además las obras que el Gobierno Regional de Arequipa (GRA) ejecutaba no tenían fecha de culminación, incluso ahora no terminan. A ello se sumaba el reclamo del personal que demandaba equipos de bioseguridad y algunos médicos abatidos por el virus eran despedidos entre lágrimas, sirenas y globos.

En los centros de distribución del oxígeno, la historia se repetía.

La gente formaba largas filas buscando recargar los balones por los que pagaron hasta seis mil soles para atender a sus enfermos en casa, esperanzados en su recuperación o al menos tener el consuelo de darles la atención que pensaban no iban a recibir en el hospital.

“Mejor tenerlos en casa que verlos morir sin atención en el hospital”, era el comentario de muchos en los alrededores de la empresa Praxair del Parque Industrial.

UNA VEZ MÁS

El llanto ha retornado a las puertas del hospital General, son los familiares de los pacientes COVID como hace siete meses cuando Moisés perdió a su madre.

Según las autoridades del sector Salud, estamos a puertas de la segunda ola con el incremento diario de los contagios y los casos críticos de la enfermedad son los que marcan el compás de la pandemia en este tiempo, siete de cada 10 pacientes que ingresan a la Unidad de Cuidados Intensivos del Honorio Delgado pierden la batalla con el virus que no ha cambiado al igual que mala conducta y costumbres de las personas.

Ahora, el nuevo coronavirus afecta más a los más jóvenes que se resisten al uso de mascarillas, se niegan a dejar de asistir a fiestas y actividades donde no se guarda el distanciamiento social, van en contra de los pilares y protocolos sanitarios que son, hasta el momento, la única forma de evitar los contagios.

VIDEOS RECOMENDADOS

Distrito de Machu Picchu se declara en emergencia financiera | CORREO
En declaraciones, el alcalde de Machu Picchu, Darwin Baca, señaló que este distrito no soportará otro cierre al turismo y por ende otra recesión más, por ello solicitan un apoyo monetario del Estado, que les ayude a pagar los costos operativos que implica el manejo de un municipio.