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Luego de más de 60 días de protestas, la calma vuelve progresivamente a los distritos de Cocachacra y Deán Valdivia. Desde el lunes pasado, las municipalidades volvieron a abrir sus puertas y a atender a la población. Lo mismo pasó con el mercado y tiendas comerciales.

"“Desde el estado de emergencia, se puede decir que ha vuelto la calma"”, precisó el jefe de Recursos Humanos de la Municipalidad de Cocachacra, Mauricio Valdivia Gamero.

Sin embargo, el miércoles 27, primer día del paro macrorregional, la municipalidad volvió a cerrar. Según el servidor, la medida fue a pedido de los trabajadores. “Algunos por temor a las represalias y otros porque apoyan la protesta (retiro del proyecto minero Tía María), pero sin violencia”, aclara. El jueves 28, los trabajadores habrían laborado, pero a puertas cerradas.

TEMOR. Aunque las actividades se normalizaron, el temor, la desconfianza y hasta cierto resentimiento entre la población y la Policía, es perceptible. Los funcionarios, serenos y ciudadanos, se niegan a dialogar con extraños y más aun a identificarse. Los murmullos contra los efectivos por circular en las calles e ingresar a sus domicilios durante las noches, portando las fotos de sus vecinos para que los identifiquen y revelen sus ubicaciones ha generado una desconfianza total.

"“Yo sé quiénes son, pero no les dije dónde viven. Si luego se enteran que yo avisé, quien sabe qué me pasaría”", dijo una madre mientras se arreglaba su manta en la que cargaba a su bebe.

Deán VALDIVIA. El gerente municipal, Jesús Champi, refirió también que las atenciones se normalizaron a comparación de las restricciones que tenían, por temor a ser agredidos. Sin embargo, a comparación de la municipalidad de Cocachacra, esta institución no reportó daños ni la ruptura de vidrios.

68 días de paralización se registra, hasta el momento, en el valle de Tambo y la población pide el retiro de las Fuerzas Armadas y policiales de la zona, pues viven con el temor que pueda ingresar a sus domicilios amparados en el Estado de Emergencia.

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