OPINIÓN: "Los tiranos no tienen color"
OPINIÓN: "Los tiranos no tienen color"

La política, como se ha manejado hasta hoy, ha convertido a la democracia en un juguete de los grandes intereses. Estos intereses se disfrazan con las ideologías de derecha o izquierda, según convenga. 

Es necesario advertir que existe una importante diferencia entre los autoritarismos de izquierda y derecha: los primeros -se supone- están inspirados en los menos favorecidos; los segundos, no. 

De allí nacen las grandes incongruencias por las que el ciudadano desdeña la política. La más común de estas incongruencias es repudiar en el otro, lo que se justifica en uno mismo. 

El ejemplo de estos días es Venezuela. Si el de Maduro fuera un gobierno de derecha, el término “golpe de Estado”, con todas sus letras, ya estaría en boca de toda la izquierda. Es necesario advertir que existe una importante diferencia entre los autoritarismos de izquierda y derecha: los primeros -se supone- están inspirados en los menos favorecidos; los segundos, no. 

No obstante, ambos se rigen bajo la misma esencia perniciosa: el menosprecio de la capacidad del pueblo para decidir en plena libertad. Sin importar la ideología que lleven como etiqueta, los autoritarismos conducen irremediablemente a tres grandes males: populismo, corrupción y violencia; y estos condenan al pueblo a la pobreza.

Si seguimos juzgando el mundo bajo el tamiz de ideologías tradicionales seguiremos cayendo en el mismo error, a merced de tiranos que convierten en abuso todo aquello que tocan, convirtiendo al pueblo en mendigo de todo aquello que debería corresponderle como resultado de un trabajo digno. 

Es tiempo de volver a mirar el mundo, sin cristales de ningún color de por medio, para alcanzar una verdadera democracia.

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