Con un estilo de narración entre fantasía oscura y realismo mágico, Oswaldo Castro culmina con “Se busca cementerio” una trilogía de libros dedicados a explorar relatos más allá de la imaginación, ubicándolos en el día a día de las personas y los intersticios de la realidad.
¿Cómo fueron tus inicios en la escritura?
En mis años universitarios, como la mayoría de estudiantes intelectualoides, escribí poemas huachafos y alguno de dudosa calidad. El descubrimiento del boom latinoamericano, de los best sellers de los 70 y de los clásicos de terror y ciencia ficción me permitió crear cuentos que afortunadamente duermen en algún rincón de no sé dónde. Asimismo, la lectura de maestros de lo breve y extraordinario me posibilitó incursionar en el nano y macro relato, la columna vertebral de mi producción literaria.
El avance de los estudios de medicina humana impidió seguir con esta afición y la desterró al olvido. La dedicación académica fue absoluta y ya graduado publiqué más de cincuenta artículos médicos.
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Tienes más de sesenta publicaciones en físico y digital ¿Cómo ordenas tu tiempo para escribir?
Luego de treinta años, una ceguera galopante volvió a darme, paradójicamente, la oportunidad de retomar la escritura creativa. Gracias a la tecnología he publicado en más de sesenta revistas y plataformas on line. Algunos de mis cuentos integran más de treinta antologías físicas y he tenido la suerte de ver nacer a ocho libros que se pueden tocar y oler. Mi trabajo de creación es simple y arbitrario. Soy autodidacta, nunca he seguido un taller de escritura creativa, corrección o demás hierbas con las que los talleristas deslumbran a sus estudiantes. En ese sentido, no sigo parámetros y dejo que la imaginación fluya. El libre albedrío es el leit motiv de mis obras y las palabras surgen en el momento que me provoca. Es decir, no estoy atado a la creación por obligación existencial y la página en blanco es un invento de los que no quieren escribir. En la creación literaria, mientras más se lee y escribe, mejores resultados. En resumen, escribo por diversión.
El ser médico ¿Ha influido en tu escritura?
El ser médico me ha permitido conocer las debilidades y fortalezas de la mente humana, así como comprender los límites de la naturaleza corporal. El cocimiento adquirido luego de miles de conversaciones y experiencias ajenas fueron determinantes en la estructura psicosomática de los textos. Por otro lado, el estrecho contacto con la muerte terrenal y las percepciones cosmogónicas de la vida más allá del último estertor sirvieron para edificar la mezcla de fantasía oscura con realismo mágico. Esta combinación, una especie de arroz con mango, define mi estilo. No se debe olvidar que hay una verdad absoluta: usted, estimado lector, morirá inevitablemente y, tal vez su secreto, contada en esta vida o desde el inframundo, podría servir de inspiración. En el Perú, debajo de cada piedra hay una historia y detrás de un quejido desconocido alguien quiere manifestar algo.
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¿Cómo nace Se Busca Cementerio?
“Se busca cementerio” cierra la trilogía de fantasía oscura iniciada con “Bocaditos para velorio” y seguida con “Gárgaras para ahorcados”. Es una novela escrita en relatos breves, que narra la peripecia de dos grupos de fantasmas, cuyos cadáveres quedaron desarraigados al ser expectorados a superficie. Los fantasmas salen de sus esqueletos, o lo que queda de ellos, en busca de un nuevo hogar. Algo similar con la epopeya de “Watership down”, en la que los conejos abandonan la conejera inundada para alcanzar la tierra prometida.
¿Cuáles son tus próximos proyectos?
En el horizonte se perfilan tres cuentarios: “Alambrada de púas” (cuentos para sangrar), “Humanos aberrantes” (cuentos dismórficos) y “La muerte no tiene apuro” (cuentos para morir a tiempo).