Semana Santa: La devoción al querido Niño Cabezoncito
Semana Santa: La devoción al querido Niño Cabezoncito

La devoción al Niño de la Resurrección o “Cabezoncito” cada año es más fuerte. La fundación del Monasterio de Santa Rosa fue en 1747 y no se sabe con exactitud si el niño desde sus inicios fue parte del convento, sin embargo, se sabe que en la guerra civil de 1843 las calles de Arequipa era un peligro constante por los balazos, pero algo ocurrió entonces.

Cuenta la historia de la devoción que en la torre de la iglesia de Santa Marta estaba el general Manuel Ignacio de Vivanco y su contrincante, Ramón Castilla estaba en la torre de Santa Rosa.

Los balazos iban y venían de un lado y otro, pero en medio de la pelea vieron a un niño que caminaba por los muros del monasterio y eso hizo que la balacera terminara. Se dice que ese niño salvó a las monjas de ser heridas por las balas que pasaban por doquier.

PROCESIÓN. No hay una fecha exacta que de cuenta del inicio de la procesión porque el niño siempre se practicó dentro del recinto sacro; sin embargo, pero hace unos años (6 aproximadamente) la monjas del convento Santa Rosa aceptaron sacar la imagen del templo, a pedido de una de las fieles. Ahora, cada Domingo de resurrección se realiza una pequeña procesión a la que llaman el Aurora, donde se encuentra Cristo resucitado con la Virgen María.

El Niño Cabezoncito tiene su pie sobre una calavera que simboliza el triunfo sobre la muerte. En algún momento los jóvenes acólitos de la iglesia pidieron permiso para sacar a la Virgen María y al niño fuera del templo y ambos se encuentren. Inicialmente fue algo sencillo, el Niño salía por la puerta que da hacia Santa Marta acompañado de todos los varones presentes en la misa, mientas que la virgen lo hace por la puerta de la iglesia en la calle San Pedro, acompañada por todas las damas presentes. Ambas imágenes se encuentran en la intersección de las calles y juntos, en procesión, vuelven al templo para la misa de Pascua. Posterior mente la pequeña imagen se queda en un altar para que las personas que lo fueron a ver puedan acercarse a él.

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“La devoción al Niño Cabezoncito inició por la familia Bohorquez Aliaga, porque una familiar de ellos sufrió un grave accidente y estuvo a punto de perder la vida. Ellos le pidieron bastante al niño y la señora logró recuperarse y desde ahí comienza la devoción con la fiesta cada Domingo de Pascua. Esta familia se encarga de realizar la fiesta al cabezoncito”, indica Sor Isabel Cruz.

La procesión comenzó a practicarse con 10 personas , pero los integrantes de la familia Bohorquez Aliaga, Eibar Bohorquez, la Iris Aliaga y sus hijos Pedro y Hugo, además de la Sra. Dora Villafuerte, son los que hicieron que la procesión se difunda.

Con el pasar de los años, las personas asistentes a la misa se fueron haciendo devotos del niño y ahora bordean 150.

“Las personas que vienen a la misa le entregan sus intensiones, pedidos, compromisos y muchas cosas más y que dejan en el anda del Niño de la Resurrección, incluso las personas le traen ropita”, cuenta.

QUERIDO. En el Monasterio el Niño Cabezoncito es muy querido por las monjas. “Es un sentimiento muy especial porque es una imagen que tiene una historia y que a nosotras nos permite compartirla con las personas. Tenemos la satisfacción de que este niño se esta haciendo presente en el corazón de las personas haciéndole milagros o gracias, incluso le hemos hecho como un ánfora donde las personas ponen sus pedidos. Cuando llega Semana Santa ya empezamos a alistar lo para que salga en procesión y se quede los 50 días hasta Pentecostés”, sostiene la madre.

Después de la procesión el Domingo de Pascua, el Niño Cabezoncito se queda 50 días en la iglesia hasta Pentecostés donde en otra pequeña procesión el niño es devuelto al Monasterio de Santa Rosa donde las monjas lo reciben.

MILAGRO. Una de las anécdotas que se escucha más sobre el Niño Cabezoncito es la que le sucedió a doña Dora Villafuerte.

“La señora Dora fue a ver los trabajos en el segundo piso de su casa y por algún descuido se cayó y se golpeó la cabeza, la señora estaba en estado de coma en el hospital y los médicos dijeron que si se recuperaba iba a quedar en estado vegetal, los familiares le pidieron tanto al niño que al mes la Sra. Dora se recuperó. Pasó un tiempo, fue al templo a ver al niño y dijo: En mis sueños yo vi este templo y a este niño conversar con otros niños”, relató la religiosa.

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