Algunos con el habito morado, otros sin zapatos y con rosarios en las manos; pero todos con un objetivo en común: agradecer al Señor de los Milagros los favores recibidos.

Ayer miles de fieles católicos se congregaron en las calles del centro de la ciudad para acompañar a la sagrada imagen en la procesión que duró más de 10 horas.

La celebración del Cristo Morado se inició a las 10:00 horas en la iglesia de San Agustín con la Misa de Fiesta a cargo del Monseñor Javier Cárdenas y padre Javier Cayo quienes recordaron que la devoción no debe quedar sólo en el habito ya que deben hacer lo que Dios quiere de sus hijos. "La fé va más allá del sentimiento, de la tradición, de una costumbre religiosa; la fé que salva va más allá de esto, no nos quedemos ahí, simplemente en las prácticas religiosas", predicaron.

RECORRIDO. La procesión se inició a las 13:00 horas saliendo de la iglesia de San Agustín siendo acompañada por la población arequipeña y los integrantes de la hermandad se encargaron de la seguridad evitando que ingresen cerca de la imagen usando para ello una gruesa soga.

El momento más emotivo fue el encuentro con la Virgen de Las Angustias del templo San Francisco."A nombre del convento de San Franciso de Asís y los hermanos que laboramos en esta casa te agradecemos por visitarnos. Pedimos que nos hagas fieles a la vocación que tú nos has regalado para servir al pueblo de Dios. Hoy tu madre la Virgen de las Angustias ha querido estar contigo y ayudarte en este camino evangelizador", dijo el padre Juan Jacomayta Bautista, representante del convento.

DEVOCIÓN. En medio del mar de personas se encontraba Elsa Salas, quien a sus 86 años no se cansa de acudir todos los años a la procesión del Cristo Morado para agradecerle el mayor regalo que pudo recibir. "Recuerdo que hace muchos años cuando mi hijo tenía 2 años sufrió un accidente y producto del fuerte impacto su hígado quedó seriamente dañado, los doctores lo habían desahuciado, pero le pedí al Señor de los Milagros que lo salve y en poco tiempo él me respondió y mi pequeño se sanó. Ahora ese niño ya tiene 70 años y esta lleno de vida", comentó.

Ella es la presidenta de las Descalzas del templo de San Agustín y por su avanzada edad no puede caminar como cuando era joven, pero sigue con su devoción y acude a la procesión acompañada de su hija quien la ayuda a caminar y también lleva un banco para que se pueda sentar por momentos.