Ser mujer en el Perú es peligroso
Ser mujer en el Perú es peligroso

El feminicidio de Simona Estelita Quispe no solo le dio un giro a la vida de su familia y a la de mi hermana Aurora (con quien trabajó por más de veinte años), sino también a la mía. Me tocó profundamente. Tal vez se cumplió conmigo aquella premisa que señala que mientras uno no experimenta en carne propia una fatalidad no es capaz de entenderla en toda su magnitud. Tal vez.”

Así empieza el libro “Morir de amor” de la periodista arequipeña Teresina Muñoz-Nájar, y que fue el punto de partida para que ella se involucrara en una larga investigación periodística para escribir este notable libro, porque lo vivió en carne propia cuando su hermana la llamó para contarle entre lágrimas el asesinato de Simona.

A diario vemos casos de violencia contra la mujer o feminicidios en todos los medios de comunicación, a tal punto que casi asumimos como normal que pase, como si fuera parte de la convivencia diaria y lo atribuimos a la violencia social que padecemos; pero no tomamos conciencia de las verdaderas razones de por qué ser mujer en el Perú es un verdadero peligro.

SUBMUNDO.- El terrible asesinato de Simona le permitió a Teresina entrar en el submundo de la violencia contra la mujer desde los más profundos orígenes, porque su libro no es una típica crónica policial, sino un verdadero reportaje a la muerte y sus verdaderas y ocultas razones; y para eso apela al verdadero periodismo, introduciendo abundante información sobre estadísticas, estudios y cifras; pero también habla con los especialistas, la policía, los jueces, los fiscales, los abogados y las familias.

“Morir de amor” nos golpea brutalmente para decirnos que no podemos seguir indiferentes frente a esta triste realidad en la que cada mes mueren diez mujeres asesinadas por sus parejas en nuestro país, sin contar con aquellos casos que no se reportan tipificados como feminicidios, ya sea por desconocimiento o por dejadez al momento de levantar los cargos; y a eso se reduce muchas veces un crimen de ese tipo, envuelto en la bruma de la burocracia y el desinterés oficial.

“El asesinato de mujeres por el hecho de ser tales ha ocurrido desde siempre en el Perú y en el resto del mundo, aunque se hizo visible y comenzó a ser un tema preocupante a partir de 1993, cuando aparecieron y se multiplicaron ‘las muertas de Juárez’ en México. El asunto es que, como sociedad, nos ha costado aceptarlo. Se ha hecho difícil entender la diferencia entre la muerte de una mujer a manos de un ladrón que quiso arrebatarle la cartera, y su fallecimiento golpeada, acuchillada, asfixiada, violada, quemada, envenenada, desfigurada o abaleada por su marido o conviviente. Nos hemos resistido a reconocer que la violencia machista existe y está presente en cada rincón del país. Que los hombres nos matan por celos, porque trabajamos, porque les servimos la comida muy picante o porque queremos dejarlos”, sostiene Muñoz-Nájar.

Y es que recién en el 2016 se tipifica este tipo de asesinatos como feminicidio, tras una larga lucha que llevaron adelante las organizaciones feministas y un sector de la prensa, cuando la Comisión de Justicia y Derechos Humanos del Congreso estuvo a punto de archivar la tipificación de este delito.

“El problema no se limita a la impunidad con la que actúan ciertos hombres o la insensibilidad con la que reaccionan las autoridades judiciales. Es mucho más complejo que eso; toca a numerosos sectores del Estado e incluye a la sociedad civil”, precisa Teresina, porque, en efecto, eso es lo que demuestra a lo largo de su investigación periodística al abordar cuatro casos emblemáticos de feminicidios ocurridos en Arequipa, Cusco y Lima.

El caso de Simona terminó con la condena de Luis Sucasaire Sucasaire a la pena de 20 años y 8 meses de cárcel como autor del asesinato y por el delito contra la vida, el cuerpo y la salud en la modalidad de feminicidio agravado, más una reparación civil de 30 mil soles que por supuesto Sucasaire no ha pagado ni un sol. Y Teresina se pregunta ¿terminó el caso? ¿Esa es la justicia?; pues aparentemente no, porque estos casos no terminan con el asesino en a cárcel ¿Y la familia de Simona? ¿Y los hijos? Una familia destruida por la muerte de la madre y un futuro incierto y marcado por la tragedia.

Quizá el asesinato a cuchillazos de Lisbeth sea el más conmovedor por la impunidad en la que se encuentra, con el asesino prófugo, al parecer ayudado por un pariente policía; pero por el auténtico y desgarrador vía crucis que viva la madre de Lisbeth que ha iniciado una incansable lucha por pedir justicia, yendo a diario al despacho del fiscal y a la División de Homicidios del Cusco para ver si hay novedades sobre Joseph Estrada Moreano, el asesino de su hija y por el que hoy el Programa de Recompensas ofrece 20 mil soles a quien sepa de su paradero.

Las voces de Simona, Lisbeth, Tiffany y Karol, son un grito desgarrador que nos debe llamar la atención para entender lo difícil que es para muchas mujeres vivir en el Perú, donde los niveles de violencia desatada por el machismo, han elevado las cifras de asesinatos contra las mujeres.

“Ser mujer, me ha quedado confirmado y lo repito, es peligroso. Ojalá los hombres violentos, acosadores y violadores dejen de serlo, y nos demuestren lo contrario”, Finaliza Teresina Muñoz-Nájar; y ahora nos queda a los hombres cambiar ese estigma.

PERFIL. Teresa Muñoz-Nájar. Nacida en Arequipa, autora de libros sobre comida y cultura. Destacan “Sánchuches del Perú”, “Todo sobre la papa”, “Postres del Perú” y otros.

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