Mujeres afrontan etapa de maternidad en penal
Mujeres afrontan etapa de maternidad en penal

“Yadhira” es una niña de dos años que vive en el establecimiento penal de Ayacucho. Ella nació en el presidio y sus primeros pasos los dio en un lugar de cuatro paredes. Su mirada infantil le impide ver más allá de la realidad en que se encuentra, pues para ella no hay diferencia entre la libertad y el encierro.

Su madre fue recluida por el delito de tráfico de drogas. Ella dio a luz a su pequeña “Yadhira” en este recinto, desde entonces cumple condena acompañada de su única hija que es su aliento y sus ganas de vivir.

REALIDAD. Una realidad que se esconde tras las rejas. Al igual que “Yadhira”, hay once niños y niñas menores de tres años que pasan sus días en el centro penitenciario de Ayacucho. Ellos permanecen junto a sus madres que por algún delito están recluidas. Muchos de estos bebés nacieron mientras sus madres purgaban condena o esperaban sentencia de sus casos.

Durante el día, los pequeños pasan las horas en la cuna, un oasis colorido en medio del presidio, donde reciben estimulación temprana e interactúan entre ellos con actividades lúdicas a cargo del personal especializado. Por la noche, descansan en los brazos de sus madres.

Las madres aprovechan al máximo el pasar de los días para permanecer con sus bebés, pues saben que cuando cumpla tres años deberán irse con un familiar que lo cuide y, en última instancia, serán trasladados a un albergue.

Una situación preocupante que afronta el penal es la falta de un pediatra oficial que vele por la salud de estos menores, pues el hacinamiento en el que están sus madres es un riesgo para estos niños que están propensos a contraer enfermedades infecciosas, por eso solicitan la voluntad de un pediatra que visite el penal de manera perenne.

EMPRENDIMIENTO. Por necesidad, las madres internas aprendieron a bordar coloridos dibujos en las mantas hechas por los varones. Ellas ganan entre 10 a 12 nuevos soles por cada manda en un día, según el tipo de bordado. El dinero lo utilizan para comprar los pañales y alimentos para sus hijos. Asimismo, realizan manualidades como hermosos peluches, suaves almohadas y cojines, además de coloridas tarjetas y decoraciones navideñas que ofrecen en el centro penitenciario, garantizando productos de calidad a precios cómodos.

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