Los eventos climatológicos, adversos en las alturas de la región Ayacucho, castigan cada vez con más fuerza, donde los pequeños agricultores son los más afectados, quienes cultivan diversos productos en pequeñas parcelas de sus tierras para el autoconsumo.
Sólo en octubre y en lo que va de noviembre, el granizo y la sequía fueron las catástrofes que hasta el momento afectó un total de mil 700 hectáreas de cultivos y generó la pérdida irremediable de otras 103 de hectáreas, en las provincias de Cangallo, Huamanga, Víctor Fajardo, Vilcahuamán y La Mar.
Es posible que en otras provincias como Lucanas esté ocurriendo lo mismo, por ello, estamos a la espera del reporte de las agencias agrarias para conocer la cifra exacta del número de hectáreas de cultivos afectados y perdidos, informó el responsable de la dirección de información agraria de la Dirección Regional de Agricultura (DRA), Edgar Aguirre Castro.
Siniestros. Para los pobladores de la provincia de Víctor Fajardo, este mes fue terrible, porque la escasez de precipitaciones pluviales en los distritos de Colca, Hualla Y Huancapi, están secando un total de 516 hectáreas de superficie sembrada y los principales productos afectados son: la arveja, haba, maíz, papa y quinua.
Otro evento climatológico que se manifiesta en más provincias de la región es el granizo. Sólo en Huamanga arrasó con 481 hectáreas de cultivo, ocasionando la pérdida de 49 hectáreas, principalmente de maíz, papa, quinua y haba.
Con estos eventos adversos la campaña agrícola 2014 - 2015 corre peligro en diversas provincias y si esta situación continúa se iniciaría con las gestiones necesarias para una posible declaratoria de emergencia para que el Gobierno Central intervenga de forma inmediata a favor de los pequeños agricultores más afectados, subrayó Aguirre.
Adaptación. Según el especialista de la asociación Bartolomé Aripaylla (aba ayacucho), lorenzo Núñez, para hacer frente a los efectos catastróficos que son usuales en la sierra, es necesario tener la capacidad de adaptarse al cambio climático y este tema se debe manejar con mayor importancia en las comunidades altoandinas más vulnerables.
Si la misma población y las autoridades de cada uno de los gobiernos locales y del ente regional no implementan y priorizan políticas públicas para adaptarse al cambio climático estamos destinados a la pobreza extrema, poner en riesgo la seguridad alimentaria y condenar a nuestros hijos a sufrir de anemia, argumentó.
Asimismo, indicó que una de las alternativas de adaptación es el aprovechamiento de las precipitaciones que ocurren en las zonas altas de la región, a través de la siembra y cosecha de agua de lluvia y hacer frente a las sequías prolongadas.