La vida en Estado de Emergencia: historias de peruanos varados en Cusco (FOTOS)
La vida en Estado de Emergencia: historias de peruanos varados en Cusco (FOTOS)

Atravesar un  con toque de queda y aislamiento social, no es fácil para nadie. Suspender las costumbres y rutinas supone un cambio que no todos podemos aceptar de la misma manera. Si todo esto es complicado para la mayoría, lo es más aún para aquellos que no están en casa, para las personas que por azar del destino se quedaron varadas en una ciudad que no es la suya y no pueden superar estos tiempos difíciles al lado de los suyos.

Las autoridades de Cusco calculan unos 200 peruanos varados en la Ciudad Imperial, una parte llegó por turismo, pero la mayoría llegó por negocios o para visitar a alguna persona. Casi todos estos connacionales tenían un plan de viaje preconcebido, ya tenían boletos en avión o bus para devolverse a sus lugares de origen, cuando fueron sorprendidos por la orden de inamovilidad.

"Para qué renegar, para qué decir que hubiera sido mejor que nos den más de un día para volver a casa, ya nada de eso sirve, sólo nos queda enfrentar lo que pasamos y tener mente positiva", cita María Chávez, arequipeña de 60 años que se halla refugiada en el hotel Tambo, habilitado para dar acogida a los peruanos que se quedaron sin mayores recursos en la ciudad de Cusco.

María nos cuenta que llegó a Cusco bastante ilusionada, se supone que iba a comenzar un nuevo empleo en la ciudad de Urubamba, y justo antes de su primer día de trabajo se declaró la orden de inamovilidad, por consiguiente la tienda donde iba a laborar cerró sus puertas y ella se quedó en el aire.

Madre de hijos mayores, María señala que ella no puede dejar de trabajar, que si bien para muchas personas de su edad esa ya no es una opción, no todos los adultos mayores corren con la suerte de tener dinero ahorrado o recibir un fondo de compensaciones. La arequipeña cita que una vez que pase todo esto ella volverá a su ciudad solamente a recargar energías y luego retornará a Urubamba para comenzar el trabajo que no tuvo la oportunidad de iniciar.

El caso de Javier Triveño es bastante particular, el limeño de 40 años llegó a Cusco gracias a un amigo que le consiguió trabajo en el lejano pueblo de Chamaca en Chumbivilcas. Ahí estuvo laborando por medio año y enviándole "sagradamente", como él cita, un dinero a su esposa y sus cinco hijos, cuando se emitió el decreto de urgencia para frenar el coronavirus él empacó sus cosas y viajó en camión de Chumbivilcas a Cusco, lamentablemente ya no alcanzó a comprar un pasaje hacia Lima.

Javier ha sido nombrado el encargado de todo el grupo que se encuentra refugiado en el hotel Tambo, "es que soy el más avispado y alguien debe poner orden", señala entre risas. El connacional no se cansa de repetir que hay que echarle ganas a la situación, él mandó toda su plata a sus hijos en Lima y lo poco que guardó ya se le acabó "con tal de que ellos coman (sus hijos), no pasa nada, yo puedo pasar frío, hambre, lo que sea, ellos no, ellos jamás", concluye.

Ángel Avendaño sí llegó a Cusco por turismo, ahorró dos años para viajar en avión, comprarse un tour por el Valle Sagrado de Los Incas y rematar con Machu Picchu, un sueño que de niño no pudo cumplir, porque su familia no estaba en condiciones de pagar el tan ansiado viaje de promoción a Cusco.

"Por lo menos conocí el Valle Sagrado, qué maravilla, un lugar hermoso, a Machu Picchu no pude llegar, pero del Ministerio de Cultura me han dicho que puedo reprogramar la visita, igual los pasajes en tren y en bus, así que Machu Picchu me espera cuando pase el coronavirus", acota en tono entusiasta.

Como Ángel, la mayoría de refugiados del hotel Tambo llegó a Cusco con el dinero medido y con los pasajes de vuelta ya comprados, pasajes que no pudieron hacer efectivos por la orden de inamovilidad. Ellos se cansaron de recorrer las calles y plazas buscando que las autoridades les provean de un vuelo humanitario o los trasladen vía terrestre a Lima, "estamos agotados y sólo queremos que todo esto pase, al fin y al cabo esta medida es para protegernos, sólo que a nosotros nos agarró fuera de casa", menciona Javier.

Al momento de retirarnos del hospedaje los peruanos celebraban que una vecina les donó un balón de gas, y que la Policía les llevó conservas y fideos, ahora además de techo ya tienen algo qué comer "ayer dormí en el suelo y no comí nada, ahora tengo una cama y estoy a punto de preparar el almuerzo, Dios es grande", finalizó la señora María.

DATO:

-El hotel Tambo pertenece a la Sociedad de Beneficencia Pública de Cusco y permaneció cerrado por bastante tiempo, reabrió sus puertas gracias a una iniciativa de la Prefectura Regional y Subprefectura Distrital de Cusco, de momento aloja a 20 personas, sin embargo se prevé que amplíen el espacio poco a poco.

*Fotos/Texto: Juan Sequeiros