Alto Vista Alegre: La pobreza en los cerros que nadie voltea a mirar
Alto Vista Alegre: La pobreza en los cerros que nadie voltea a mirar

No tienen ropa de marca como sus vecinos cercanos, tampoco lujosas viviendas con todas las comodidades del siglo XXI o carros del año, pero se contentan con un poco de agua potable que para ellos significa la vida.

Esta es parte de la realidad en la que subsisten 70 familias de la Asociación de Vivienda Alto Vista Alegre, ubicado en el cerro a espaldas de la Cooperativa Santa Isabel.

NECESIDAD. Recorriendo parte del barrio nos encontramos con una mujer mayor de baja estatura, ella caminaba con un porongo en la mano buscando agua potable, dijo ser Ricardina Huarcaya, vive 10 años en una casa reforzada con mallas de plástico, paredes de madera y techos de calamina. A este lugar llegó con sus nueve hijos desde el anexo de Montecolpa (Huancavelica), a sus 55 años de vida tiene que buscar cada día el líquido elemento para el preparado de sus alimentos.

“Tuve que salir de mi zona buscando un mejor futuro para mis hijos, extraño mi pueblo pero tengo que seguir acá”, señala Ricardina recordando su lugar de origen.

PUQUIAL. Los integrantes de esta asociación suelen captar agua proveniente de un ‘puquial’ que los abastece por pocas horas en las madrugadas. En este lugar aun permanecía Feliciana Espinoza (64), queriendo llenar 3 recipientes tuvo que esperar varios minutos, su aspecto no era tan diferente al de Ricardina, hace cuatro años se estableció en este lugar a donde llegó desde la ciudad de Cerro de Pasco, en la actualidad vive con una de sus tres hijos. “Mis otros hijos ya se casaron y se fueron, siempre extraño las comodidades que tenía en Huayllay (Pasco)”, manifiesta Feliciana que desde el 2015 se asentó en Huancayo con la esperanza de conseguir un mejor futuro para toda su familia.

DESPLAZADOS. El presidente de este sector se llama Pedro Vilca, asegura que su escasa economía le permitió comprar un pequeño terreno de 8 mil soles en este lugar hace seis años, su familia está compuesta por su pareja y sus dos hijos. “Yo provengo de Pariahuanca, llegué escapando de la subversión del Vraem (Valle de los ríos Apurímac Ene y Mantaro) varios de mis compoblanos llegamos a vivir como refugiados” indica el dirigente.

No solo la falta de agua es el problema, también desagüe, que tras el colapso de los silos, los pobladores tienen que acudir a la parte alta del cerro para hacer sus necesidades fisiológicas, por eso piden que las autoridades de turno volteen la mirada hacia ellos y hagan caso a sus pedidos presentados hace tiempo.

50 metros es la distancia que separa a las 70 familias, de la urbanización Alto La Merced que si cuenta con comodidades.

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