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Ciro Gálvez tiene miedo. Han pasado décadas desde que Sendero Luminoso aniquiló a sus familiares y amigos y él aun prefiere hablar con sigilo sobre ese tema que huele a sangre y abuso. Un día al retorno de su pueblo, en Huancavelica, tres encapuchados subieron al carro donde viajaba y bajaron a golpes a algunos varones. Era la muerte amenazándolo de lejos. Ese miedo se legitimó con los 169 mil muertos que la guerra interna dejó años después según el informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación. Pero ahora ha encontrado una mejor forma de declararlo, de confesar el abuso que todavía lo detiene: un disco con canciones que incitan al lamento tardío y cotidiano de los olvidados de aquella época.

Lo peculiar del lanzamiento del notario más mediático de Huancayo es que sus videoclips, en Facebook, ya han tenido más de 53 mil visitas y 1 100 compartidos. Un cifra significativa si se detiene a observar que las tendencias no están específicamente en temas de política, terrorismo o pueblos olvidados. Su canción La Justicia tiene 199 787 reproducciones y 4 968 compartidos. Si medimos estas cifras solo en la provincia de Huancayo podemos hablar de una tendencia o trending topic huancaíno.

-¿Y entones, si no vivió cómo es que le canta al dolor?

-Porque me contaban, porque leía en las noticias y porque yo también había vivido esos abusos -responde, seguro, serio sin llegar a la molestia.

Cuando el notario dice abusos sabe de lo que está hablando. Las dos últimas décadas del siglo pasado el serrano era el punto de burla y discriminación en la capital. Él lo recuerda así. Una noche lo golpearon por cantar un huayno. Sucedió en un bar de La Victoria (Lima). Un tipo le dio de puñetes, patadas y escupitajos por cantar en quechua en una peña criolla. Incluso llamaron a la Policía y, en lugar de acusarlo por su canto, lo acusaron de ladrón, a él y a sus amigos. La policía los encerró en un calabozo lleno de orina y excremento. “Ahora canta pues, cholo de mierda”, le dijo. Él y sus amigos ya no tenían ganas de hacerlo.

Nació en Salcabamba en 1949. Estudió la primaria en Surcubamba y superior en la universidad de San Marcos en Lima. Fue 5 veces candidato en política.

Esta iniciativa de crear un disco con canciones hechas exclusivamente para recordar el dolor y revivir el abuso la tiene desde siempre. Incluso los poemas que declama y recita Gálvez están nutridos de este lamento interno. Como si no quisiera olvidar ese pasado maldito o si es que lo hiciese estuviera traicionando a su gente. Esa es su letra.

-¿Usted ha apoyado a sus ‘paisanos’ de Huancavelica siendo notario?

-Sí. Cuando vinieron los apoyé con algunos trámites en la conformación de sus comités -responde.

Esa ayuda lo enorgullece y le hace cantar reclamando a otros justicia. Esa que el no les puede dar. Ciro Gálvez Herrera nació en Salcabamba en 1949 y sus estudios de Derecho los hizo en la Universidad Mayor de San Marcos. Esa época en Lima fue la que le reveló también el abuso al hombre de la sierra. Él no lograba articular con claridad las palabras en castellano debido a su dominio quechua, lo que lo hacía centro de burlas de sus amigos. Incluso cuando ya era profesional.

Un día a su retorno de Lima un ladrón intentó hurtarle. Ciro sacó el arma que tenía, con permiso, e hizo dos disparos al aire para alejar al pillo. De inmediato los medios de comunicación llegaron y lo señalaron con culpable de disparar a quemarropa a un viandante. Él se indignó. Eso no era verdad. Este conflicto llegó hasta el juzgado donde Gálvez tuvo que acudir en condición de acusado. La víctima terminó siendo victimada por la misma justicia.

En uno de estas audiencias, el fiscal que llevaba el caso le dijo que se callara porque él era ignorante. Ciro perdió el miedo. Renegó y gritó en la sala.

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