Huancayo "la ciudad de la alegría" no tendrá fiestas en todo el año a causa de coronavirus
Huancayo "la ciudad de la alegría" no tendrá fiestas en todo el año a causa de coronavirus

Huancayo, la ciudad más alegre del país y del mundo, está triste, porque le han quitado la sonrisa de los labios y su felicidad ha sido postergada por tiempo indefinido, no se sabe si la recuperará igual como antes o ya no será lo mismo.

La sentencia del tirano virus le cayó cuando todavía celebraba las fiestas de carnavales alrededor de los montes con una profusión de bocaditos, comidas, amistades y bebidas espirituosas compartidas de una misma botella y un solo vaso.

Después le llegaría la Semana Santa para arrepentirse un poco de sus excesos con una ley seca que no se cumplía, hasta el domingo de resurrección en que se volvía con Pascualito a las andadas de los calientitos y los “curacabezas”, en medio de mulizas de amanecida y el mondongo huanca.

La nostalgia de una semana desenfrenada queda en el recuerdo de los pobladores que vivieron un Triduo Pascual como antes, en silencio, con misas en las redes y procesiones virtuales, mensajes verdaderamente cristianos, lejos de la hipocresía y los sepulcros blanqueados.

FESTIVIDADES. Termina abril y ya llega mayo, mes de las cruces, que empezaba a la entrada de Huancayo, en El Tambo, en lo que fue “La Cadena”, y continuaba en el Cerrito de la Libertad, como quien se iba a la cumbre para vivir disimuladamente sus días de misas y bailes a ritmo de chonguinadas.

Estas fiestas que crucificaban a los fieles a un madero de diversiones no se realizarán, por lo menos este año, en las calles de la ciudad, los mercados y en pueblos muy concurridos como Muruhuay, Tarma, a donde llegaban miles de visitantes del país y del extranjero.

Mayo y junio tampoco serán los mismos cuando ni siquiera haya un abrazo por el día de la madre y del padre, con las consabidas celebraciones en las que abundaban los brindis; igualmente, julio será el más triste para los santiagueros que bailaban hasta setiembre, pasando por Sicaya; el ¡ajajay, ajajay, ajajay, ya no puedes, ya no jalas, ya no soplas, gózate corazón, ajajay…, estribillo que estará ausente en las comparsas.

Esta vez, la Virgencita de Cocharcas no recibirá en setiembre a los miles de peregrinos y devotos que abarrotaban los pueblos con carpas de comidas y bebidas. Los parroquianos extrañarán los bailes y las cajas de cerveza a montones, las mayordomías y las octavas.

Igualmente, en octubre no habrá milagros ni procesiones de anocheceres y amaneceres sazonadas con un trago furtivo que no veían los capataces. Es posible que el Señor se quede guardado tal como lo dejaron el año pasado.

Noviembre también no será de vivos y muertos, y recuerdos bien rociados en los cementerios, así como que la Navidad podría ser la más austera de los últimos años en los que se olviden los abrazos y los buenos deseos, en medio de champañas, vinos y panetones.

HUAYLARSH. Y si de retroceder el tiempo se trata, cabe recordar que las exhibiciones y concursos de huaylarsh que solían tener lugar en febrero y ser las más alegóricas del centro del país, también fueron canceladas, y con ella el entusiasmo de danzantes, expectadores y promotores de tales espectáculos.