Iscos es un lecho de manantiales y cantera de fósiles marinos

Los paleontólogos están convencidos de que el valle que habitamos, alguna vez fue un lecho marino. Seguramente cuando este colchón geológico estaba en otra altitud y en otra latitud, fue un ecosistema marítimo rebosante de vida. Con el tiempo, las placas chocaron entre sí y se elevaron los Andes.

Prueba de que esto fue un hábitat ictiológico son las ostras o moluscos petrificados que se encuentran en diversas zonas del centro del país, y uno de esos lugares es Tinyari Chico, distrito de Iscos, a unos 5 km al sur de Chupaca.

En este sitio hay fósiles de mediano tamaño cuyos pesos oscilan entre 20 y 100 kilos. Los hay en abundancia y se puede encontrar en las quebradas, estratos fluviales, formando parte de los cercos perimétricos o hasta siendo parte de las bases en las casas. Tienen millones de años, decenas, quizás cientos.  A diferencia de esta zona, en Tinyari Grande, existen más piezas dignas de estudio, de mayor tamaño, según explica la docente y guía Roxana Jiménez.

Quebrada de encanto

Tinyari Chico, es una zona productora de guinda, tuna, tumbo y una abundante flora. En el campo geográfico, hacia el cerro occidental, hay una quebrada perfectamente habilitada para el tránsito por donde discurre agua proveniente de los puquios de la parte alta. Hay una espesa vegetación donde abundan plantas.

Jiménez Munive, conocedora del lugar, nos trasladó hasta un ojo de agua al que llaman “Ticti” donde el que se baña contrae verrugas, según una creencia. El punto está lleno de puquios que casi nunca se secan, como son los que rodean el complejo Ñahui, donde hay restaurantes y piscigranjas que venden trucha a precio módico.

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