​Marco Avilés: "Pasamos por la escuela sin discutir sobre racismo"
​Marco Avilés: "Pasamos por la escuela sin discutir sobre racismo"

Marco Avilés se define así: Periodista. Cholo. Inmigrante. Y biógrafo de Piji, su perro. Lúcido cronista y activista contra el racismo en el país, presentará la edición popular de su libro de crónicas De dónde venimos los cholos. En esta entrevista habla sobre cómo empezó esta defensa de la choledad y sobre sus proyectos.

Tu primer libro es una compilación de crónicas sobre mujeres en la cárcel: Día de visita. Luego de ello entraste de lleno al tema de racismo. ¿Cuándo decidiste publicar un libro sobre la choledad, sobre el racismo?

Yo estaba escribiendo sobre distintas comunidades del Perú durante casi toda la década pasada. Básicamente, cuando trabajé como reportero de Etiqueta Negra, y aun antes, viajé mucho por el Perú y escribí varias crónicas sobre comunidades como Churubamba, ese lugar donde las mujeres se reúnen a jugar a fútbol y crean un equipo que es muy competitivo en esa parte del Cusco. O también sobre Carancas un pueblo en la frontera con Bolivia, en Puno, donde un meteorito cayó y creó la ilusión en la comunidad de que miles y miles de turistas iban a llegar en el futuro inmediato para recorrer ese lugar y para conocer el meteorito. Algo que por supuesto nunca ocurrió. He publicado y reporteado estas historias durante muchos años en distintos medios y lo que ocurrió fue que en el año 2016, ya cuando yo quería publicarlas en forma de libro, me di cuenta de que estas historias tenían un tema en común muy fuerte y estaban unidas a mi propia biografía y ese tema que encontré fue el de la choledad. Yo había estado escribiendo, sin saberlo claramente, sobre personas que son muy parecidas a mí en el sentido en que no forman parte de esa cultura oficial del país. Aquellas personas a las que llamamos cholo o indios y me di cuenta de esto porque paralelamente yo había empezado en esa época a rastrear mis orígenes: de dónde vengo, por qué terminé en Lima, por qué vivo en Lima y no en otro lugar. Yo soy una persona mestiza, tengo abuelos indígenas, mi familia hablaba quechua cuando yo era niño y me mudé de Abancay a Lima, a los dos años. Entonces, esa historia de migrante, de cholo, de desarraigado, en buena cuenta dialoga con todas las historias que yo había estado escribiendo durante 10 años y ese libro, De dónde venimos los cholos, es el resultado de eso.

Luego de De dónde venimos los cholos, que es una reunión de tus crónicas sobre la choledad, como bien dices, viene No soy tu cholo que es como una compilación de ensayos sobre la discriminación y el racismo.

El libro que viene después, mucho más político y con un tono más fuerte. Ya no es el Marco Avilés cronista sino el Marco Avilés que observa la realidad de los cholos en Lima y que protesta sobre la discriminación. Es un libro de protesta, el género es el ensayo, hay crónicas también, testimonio personal y algunas observaciones y apuntes pero es un libro de protesta sobre todo.

¿Qué significó y qué significa ser un migrante en Lima? Un cholo en Lima.

Es curioso porque Lima es una ciudad formada por oleadas de migrantes de distintos lugares. No solamente del Perú. Lima ha recibido oleadas de migrantes de Asia, Europa, de Norte América, también africanos, esclavos. Lima es como una mezcla de todas estas fuerzas y de todas estas energías. En el caso de los migrantes que vienen de provincias o, en concreto, de Los Andes ocurre un hecho particular. Hay un rechazo a veces abierto y a veces encubierto de ese componente de Lima. Hay un rechazo al migrante andino, hay un rechazo a ese mestizo que viene arrastrando sus raíces, su cultura, su idioma, su música, su comida. Y es un rechazo que está muy relacionado con la historia colonial de Perú. La manera cómo el Perú se forma, la manera cómo se empieza a institucionalizar este racismo que privilegia lo blanco por sobre todas las cosas. Entonces, ser migrante en Lima, si eres de los Andes, es una batalla por encontrar un lugar en este escenario hostil. Ahora, mi experiencia de migrante y de adaptación es de los años 80 y 90. Esa fue la época en que mi familia llegó. Yo crecí en esta ciudad, en Lima. Pero yo abrí los ojos, para tener una mirada mucho más crítica de mi propia historia de migrante, recién a fines de los años 2000. O sea, yo entendía que había racismo y todas esas cosas pero no me daba cuenta de cuánto a mí me había afectado de manera indirecta. Ahora, tú me preguntas y cómo me ha afectado en mi desarrollo como periodista. Pues uno no sufre como migrante andino, necesariamente, un rechazo directo. Nadie te cierra la puerta y te dice oye, tú no vas a trabajar acá porque eres cholo. No funciona así necesariamente. El sistema es uno que privilegia lo blanco, te va a tí enseñando que hay situaciones, puestos y ambiciones que no te corresponden, a las que no puedes aspirar. Entonces, uno cuando va desarrollándose se va poniendo limitaciones. Ahora, eso es lo que yo puedo entender de mi propia biografía. A mí nadie me dijo oye tú no vas a ser editor por cholo, nadie me dijo eso pero es como uno internaliza el racismo y las reglas de un sistema racista. Muchas veces uno es el que se va poniendo las piedras. Entonces, mis libros, sobre todo el último, No soy tu cholo, siento que es como grito de liberación. Es ese momento decisivo en que por fin abro los ojos y soy capaz de decir y de nombrar este racismo que es no siempre explícito.

En Huancayo se ve que también hay racismo entre los propios serranos. Entre nosotros nos choleamos. ¿Este problema es más difícil y complejo de superar, no te parece?

Claro pero todas estas expresiones forman parte del mismo sistema. No son problemas paralelos ni distintos. El racismo tiene todas estas expresiones. Hay una manifestación, por ejemplo, que se llama colorismo. En el racismo la discriminación opera desde el blanco hacia el que no es blanco, hacia el marrón o hacia el negro. En el colorismo la discriminación ocurre dentro de un grupo, digamos marrón o negro. ¿A qué responde el colorismo? La gente empieza a notar quién tiene la piel más clara que el otro, quién es más citadino que el otro, quién es más urbano que el otro. Las personas aprendemos a leer una especie de signos y entonces juzgamos al otro a partir de esos signos pero donde el ideal, donde lo que marca la pauta, el estándar, sigue siendo lo blanco. Entonces, esa persona, por ejemplo, ahí en Huancayo, que le dice oye serrano al otro está discriminando, insultando, siendo violento, en un sistema donde el ideal es lo blanco urbano. ¿Qué es lo serrano? Lo serrano es lo indígena. O sea en un lugar, Huancayo, que está en la sierra, que una persona le diga a otra serrano, como lenguaje es totalmente ilógico. Si los dos han nacido en el mismo lugar, no tiene ninguna lógica, pero ese serrano no es un adjetivo de lugar sino de posición social. Serrano es el que está más abajo. Lo que quiero decir es que todas estas expresiones ocurren en un sistema donde lo blanco es el color que se encuentra arriba de la pirámide y claro hay violencia del blanco hacia el negro, hacia el cholo pero también como dices la violencia se ejerce también dentro de este mismo espectro marrón y negro y no blanco.

Tú has sido muy crítico del personaje de La Paisana Jacinta. Sin ir muy lejos, en Huancayo, hay cómicos que ridiculizan a la persona del ande bajo esa misma forma. ¿Qué decirles cuando estos tipos dicen: no es racismo sino una parodia para reír?

Primero hay que entender que nosotros estamos creciendo en una sociedad donde el racismo es uno de los tabúes que no se discuten y no se entienden en la escuela. Nosotros nos educamos, pasamos por la escuela primaria, secundaria y muchas veces por la universidad sin discutir sobre racismo y aprender qué cosa es. De tal manera que tú puedes tener una conversación con profesionales que supuestamente han pasado por educación superior y tener esas mismas respuestas que tú encuentras en el ámbito más popular, por decirlo de alguna manera, donde la personas han tenido una educación de menor nivel o no han llegado a la educación superior. Las respuestas son parecidas y entonces uno se pregunta pero por qué pasa eso por qué si la gente pasa por la universidad su percepción de racismo no cambia. Y es porque pasamos por universidades y escuelas sin discutir este tema. Entonces, el racismo termina siendo como un tema donde no hay consensos. Uno escucha por ejemplo a cómicos como Jorge Benavides o periodistas deportivos que apelan al humor racista. Escuchas lo que ellos mismo opinan sobre lo que ellos mismos hacen y te dicen esto es humor, esto es algo para divertir a la familia y se disfrazan de personas andinas o negras para ridiculizarlas y consideran que eso es humor familiar. Entonces uno se da cuenta y dice ok esto pasa en un país, en una sociedad, donde el racismo no se discute, no se aprende qué cosa es. Entonces en ese ámbito de los cómicos ambulantes hay un humor que no se ha puesto en problemas, es un humor salvaje, violento, lleno de racismo, de machismo, o de violencia hacia el distinto, hacia el homosexual también. Es un humor muy salvaje que no ha tenido oportunidad de cuestionarse asímismo. Una expresión más de las falencias del sistema educativo.

Es curioso porque al final a quienes más les gusta este tipo de cosas son quienes en realidad deberían sentirse afectadas

Si hablamos de un canal de televisión. Tiene dueños, ejecutivos, productores, cómicos, etc., y un público, para su programa. Entonces, nosotros vemos al cómico haciendo su humor racista y el público que consume ese programa. El público está, entre comillas, validando el programa. Pero ese fenómeno racista también incluye a los dueños del canal, a los ejecutivos y a los anunciantes. Entonces, no es solamente que el cómico hace humor racista y el público lo validad. Es el sistema mucho más grande que incluye, como te digo, a los propietarios del medio y a los anunciantes. A mí me parece, cuando hacemos crítica de estos fenómenos, que también debemos incluir a esos otros actores que suelen ser invisibles o como decíamos en el lenguaje popular “que pasan piola”. Si yo por ejemplo tuviera que hacer una crítica a mis propias críticas de a paisa Jacinta es que yo creo que deberíamos a empezar a incluir en esa crítica al cómico, no a la paisana, sino al cómic que lo interpreta, que es Jorge Benavides. Empecemos a criticar al cómico por su nombre e incluyamos a los directivos y dueños del canal y a los anunciantes. Qué marcas están apoyando ese tipo de contenidos para que la crítica también alcance a eso. Lo que queremos con la crítica no es censura sino reflexión. Es que la gente aprenda a pensar y repensar sus propios contenidos, en el caso de los que producen contenidos. Que lo piensen, que lo vean. Ese es el objetivo de la crítica y no como algunas personas creen o pensaron cuando se hacía crítica de La paisana Jacinta como que decía: está buscando la censura. Esa reacción me parece totalmente fuera de lugar.

¿Hay literatura sobre racismo en el Perú?

Sí hay pero todavía no tiene tanta visibilidad. Hay por ejemplo autores clásicos como Julio Ramón Ribeyro, el cuentista, que tiene cuentos como Alienación, por ejemplo. Oswaldo Reynoso en Octubre no hay milagros recuerdo que también ahí toca el tema del racismo. Es lo que se me viene ahora a la mente. Y hay por supuesto autores contemporáneos que también lo abordan, autores y autoras. Gabriela Wiener, por ejemplo; en una novela de Diego Trelles también hay un ingrediente de choledad. En fin, hay bastantes autores. Pero también hay bastante producción en el mundo académico. Por ejemplo, editoriales como el Instituto de Estudios Peruanos (IEP) y la Católica están publicando trabajos sobre racismo. Hay un libro muy bueno que yo recomiendo que se llama Racismo y lenguaje de Virginia Zavala y Michele Back. Es un libro muy interesante porque tiene artículos que abordan el racismo desde distintos planos: el racismo y la política; el racismo y el discurso del emprendedor; el racismo dentro del sistema de transporte en el Cusco, por ejemplo. Ahora, ¿qué pasa con esta producción académica? Es que muchas veces son tirajes pequeños y están escritos en lenguaje académico. Pero son libros que los periodistas y otros escritores deberíamos estar consumiendo.

¿Vamos a verte en un próximo libro desde el mismo tono de No soy tu cholo o qué es lo que estás preparando?

El libro en el que estoy metido ahora es un libro de crónica y testimonio que va a ser mi experiencia en Estados Unidos. Es un libro más de crónica clásica y en primera persona. Quizá va a estar más cerca a De dónde venimos los cholos y Día de visita. Tengo ese libro que es un proyecto ambicioso pero tengo otros proyectos paralelos que en algún momento me gustaría publicar. Un libro, por ejemplo, sobre mi perro Piji. Además de periodista y escritor me considero biógrafo de Piji. Entonces, tengo eso y muchos artículos y ensayos que he ido publicando en mi blog y otros lugares que también me gustaría reunir en algún momento. Pero el proyecto más ambicioso que tengo ahora es mi libro sobre la migración a los EE.UU.   

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