Indignación ha causado en los feligreses de Alto Larán ver las condiciones en las que se encuentra el anda del Señor de Nazareno y de la Virgen del Carmen; patrona del pueblo lareño. Estas plataformas de madera quedaron abandonadas, a la intemperie, refugiadas no en el espacio que se había construido al costado de la iglesia, sino en las instalaciones de la institución educativa Nuestra Señora de Fátima.
Abandonadas sin protección
Rosa Elena Almeyda León, integrante de la cofradía Virgen del Carmen, sostuvo que desde antes de la pandemia por disposición de la propia iglesia se retiraron las andas. La decisión no agradó a la comunidad -señala- pero nunca imaginaron que estas plataformas, utilizadas en las procesiones, terminarían en un espacio no adecuado y abandonadas, sin ninguna protección que pueda enfrentar los embates de la naturaleza.
Almeyda al recorrer el citado colegio se dio con la sorpresa que el anda del Señor de Nazareno que por años se destinó en las festividades de Semana Santa, estaba en un área vulnerable, rodeado por sillas, carpetas y demás utensilios desechados. El pequeño espacio no tenía techo y tampoco había protección sobre la plataforma, que permanecía con plumas y excrementos de aves, que denotaban la falta de protección y mantenimiento.
En esta misma institución se encontró el anda que se entregó para el transporte procesional de la Virgen del Carmen. Sobre este bien no había ninguna medida de seguridad para enfrentar el sol y la lluvia. Almeyda acusó que “las andas tienen más de dos años votadas allí” y que el lugar destinado para su protección fue ocupado por muebles solicitados por el padre Iván Ventocilla para su “comodidad”.
Por su parte Melecio Magallanes, coordinador de la comunidad católica, exigió que estas andas sean restauradas y devueltas, inmediatamente a su lugar de origen, que se construyó con el aporte de los religiosos para la conservación de este y otros bienes. Agregó que el padre no comunicó el traslado en el acto, sino posteriormente y que se han realizado trabajos en el salón parroquial sin antes abrir diálogo con la comunidad.